Pedro [Pietro] Cerone (1566–1625)
Réception critique

Jorge de Guzmán (actif 1686–1709)

Curiosidades del cantollano, sacadas de las obras del Reverendo Don Pedro Cerone de Bergamo, y de otros Autores, dadas à luz acosta de Jorge de Guzman, natural de la Ciudad de Cadiz, en donde actualmente exerce el Oficio de Sochantre de la Santa Iglesia Cathedral en dicha Ciudad. Dedicalo. A la mayor honra, y gloria de Dios Nuestro Señor, Trino en Personas, y Uno en Essencia, el qual sea Alabado en los Cielos, y en la Tierra, por los siglos de los siglos. Amen (Madrid : Imprenta de Musica, 1709)

Bartholomé Ferriol y Boxeraus (XVIIIe siècle)

Reglas utiles para los aficionados à danzar. Provechoso divertimiento de los que gustan tocar instrumentos. Y polyticas advertencias à todo genero de personas. Adornado con varias Luminas. Dedicado à la S. M. del Rey de las Dos Sicilias, &c. Su author D. Bartholomé Ferriol y Boxeraus, unico Authòr en este Idioma de todos los diferentes Passos de la Danza Francesa, con su Brazèo correspondiente, Chorographia, Amable, Contradanzas, &c. (Capoa : A costa de Joseph Testore, 1745)

Antonio Eximeno y Pujades (1729–1808)

Don Lazarillo Vizcardi. Sus investigaciones músicas con ocasion del concurso á un magisterio de capilla vacante, recogidas y ordenadas por D. Antonio Eximeno. Dalas á luz la Sociedad de Bibliófilos Españoles, por D. Francisco Asenjo Barbieri [Libros publicados por la Sociedad de Bibliófilos Españoles, X], 2 vols. (Madrid : Imprenta y estereotipia de M. Rivadeneyra, 1872–73)

Mariano Soriano Fuertes (1817–1880)

Historia de la música española desde la venida de los Fenicios hasta el año de 1850, por Mariano Soriano Fuertes, Caballero de la ínclita y militar Órden de San Juan de Jerusalen, de la real y distinguida Órden Española de Cárlos III, de la nacional y militar de San Fernando de primera clase, condecorado con la medalla de oro del Instituto Español, académico de la Arqueológia de Madrid, sócio de las Reales de Amigos del País de Valencia y Murcia, de la de Ciencias, Letras y Artes de Dunkerque, honorario de la Filarmónica de Florencia, y miembro de otras varias Sociedades artísticas y literarias, tome II (Madrid : Sr. Martin y Salazar & Barcelone : D. Narciso Ramirez, 1856)

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 ↑  Extraits des Curiosidades del cantollano :

[f. †₅'] {A}Migo Lector, ay en esta Santa Iglesia Cathedral de Cadiz costumbre, de que el que es Sochantre Principal en ella enseñe el Cantollano à los Niños Colegiales del Colegio Seminario del Señor San Bartomolè Apostol ; y aviendome tocado à mi esta suerte (aunque indigno) discurrì imprimir este Tratado de Cantollano à mi costa, para redimirme con èl la molestia de escrivirles (à los dichos Niños) las lecciones por mi mano. Y aviendo de seguir para esto à algunos Autores aprobados, que le diessen alguna aprobacion à este Tratado, hize eleccion (entre otros) del Reverendo Don Pedro Cerone de Bergamo, el qual escriviò un Libro muy copioso de Musica, y juntamente de Cantollano, impresso en Napoles año 1613. por Juan Baptista Gargano y Lucrecio, Nucci Impressores. Y aviendo tambien visto à otros Autores, y deseando el acierto como todos, y discurriendo en que podria ser este Tratado aceptable, me pareciò el que ya que no fuesse la mas principal la materia de [f. †₆] los Seculorum, ò EUOUAE, à lo menos fuesse muy util, è importante, y aun necessaria para todos los de mi Profession, para que sepa el que gustare de ello el por què aya de aver tantos, y tan diversos Seculorum en las Antiphonas, que comunmente se cantan en el Oficio Divino. Para saber esta curiosidad, confiesso, que hize muchas diligencias rebolviendo Libros, pero en vano, porque no la pude hallar escrita en ninguno de los Autores que he visto, quiero dezir, que tratasse de esta curiosidad con toda individualidad, y de la razon que ay para tanta diversidad, y diferencia de ellos. Verdad es, que algunos los traen puntados, pero ninguno trata, ni del numero, ni de la razon, porque ayan de ser tantos, y tan diversos. Y deseando salir de esta confusion, tuve la fortuna de vèr à Cerone, en el qual no solo hallè el numero de ellos, pero tambien la razon, y explicacion de ellos (como adelante se veràn) la qual si atentamente la considerare el Lector aficionado, creo, que le dexarà muy gustoso por no ser esta curiosidad tan comun à todos, pues son las Obras de Cerone muy contadas, y [f. †₆'] raras, y tanto, que si he puesto aqui algunas cosas de sus Obras, es porque un Amigo mio que las tiene me las prestò, que yo no las he podido conseguir, ni alcançar en toda mi vida.
Demàs de los Seculorum hallè en èl otras curiosidades, que no he visto en otros Autores de los que he leìdo, las quales me agradaron tanto, que no me sufriò el animo dissimular el no valerme de ellas, pues su Autor para el bien comun las escriviò, y siendo yo en algo parte del bien comun, como miembro dèl me valì de ellas con este permisso, y licencia, no para mi solo, sino que tambien como su Autor las quise franquear à mi costa, como ya he referido.
Y por abreviar pondrè sucintamente, y por mayor, y de antemano algunas cosas, aunque salteadas en el discurso de este Tratado, las quales para el que fuere curioso tanto le importarà el hallarlas con mas, ò con menos prolixidad en el orden que debieran tener, pues por no ser yo dueño del tiempo, no he cuydado mucho de esto, sino que como mas presto las hallava, assi las he puesto.
[f. †₇] Ponese un modo estraño de conocer, y juzgar los tonos, quando entre ellos ay alguna duda con varios exemplos, el qual adviertalo el curioso que muy gustoso le dexarà.
Trae tambien el numero de notas, que comunmente usa el Cantollano, es muy importante para los que componen Cantollano, y para los que lo escriven, pues ay en esto mucho descuydo.
Ponese la reñida question de las dos especies incantables, que son el Semidiapente, y Tritono con muchos exemplos que declaran las razones que ay de ambas partes, para que se sepa qual se ha de observar, y qual no conforme el caso sucediere.
Ponense aunque con brevedad exemplos de tonos irregulares, para que tambien se tenga alguna noticia de esto, y por ceñirme à la Impression no se dilatò mas esta materia.
Ponense tambien las clausulas de todos los tonos, y explicase quales sean principales, quales secundarias, ò expressas, y quales mixtas, ò accidentales, ò por elegancia que es lo mismo.
[f. †₇'] Ponense finalmente otras cosas, que no refiero por evitar prolixidad. Mas advierto, que todo quanto fuere de Cerone lo tengo verificado, pues alegando èl Antiphonarios Romanos, y Psalterios, tuve tan buena fortuna que los ay en esta Santa Iglesia, en donde consta todo, segun, y como Cerone lo cita, y refiere, como lo verà quien quisiere, y el Antiphonario Romano que digo tiene la cita de donde se imprimiò assi :
VENETIIS APUD JUNTAS M. DCVII. De licencia Superiorum.
Los psalterios discurro son de la misma impression, aunque no tienen la cita que el Antiphonario, por faltarles las primeras hojas de puro servir, y manusearlos continuamente, y aunque esto es assi no embaraza, pues de lo puntado nada les falta, en los quales he verificado lo mismo que Cerone testifica, lo qual es gran causa para que yo aya hecho tanto aprecio de lo que èl dize. [f. †₈] Solo siento no tener mucho caudal para reimprimir à lo menos las tres libros de Cantollano para los de mi Profession, pero reciban esto poco con la buena voluntad que yo lo ofrezco.
Intencion tenia de no poner nada de los principios de la mano, y lo que à ella pertenece, pero me acuerdo que leì en las obras del Bachiller Juan Perez de Moya, que avia escrito antes que salieran sus obras mayores à luz un tratado de la misma facultad, que son sus obras mayores, pero sucinta ; y dize que quando avian de salir sus obras mayores à luz, tratò de incertar el dicho tratado de sus obras mayores para escusar con esto de que quien comprase sus obras mayores, no se viera obligado à comprar juntamente el tratado que avia hecho à parte, por no meterlo en mas costa de dinero al comprador. La razon por que yo queria escusar poner los principio de la mano, es por ser cosa tan comun, que no ay quien no lo ponga, y aviendo tanto de esto me pareciò tambien que seria superfluo el ponerlo yo, pero acordandome de lo de Moya, me valì de su dictamen para el mis[f. †₈']mo efecto, aunque serà breve, porque no sobre materia, y falte papel. Y comenzando en el nonbre de la Santissima Trinidad, Padre, Hijo, y Espritu Santo, tres Presonas, distintas, y un solo Dios Verdadero.
Jorge de Guzmán
[p. 30] […] Pues que tienes alguna luz con esta quenta que hemos hecho, digo, que las distancias, ò intervalos, son treze, y segun la autoridad de Cerone son catorze. Porque Cerone, pone tambien los treze, y uno mas que [es] el unisonus, con el qual son catorze ; pero este unisonus propriamente pertenece à la Musica, mas que al Canto Llano, porque es principio de toda consonancia, y sobre ella se componen las demàs especies musicales. Yo pondrè no mas que treze, que son las siguientes. […] [p. 41] Mucho dize Cerone de esto, y muy dilatado ; pero yo constreñido de la brevedad, serè ligero si pudiere, en esta manera : Conjuntas, es poner vozes accidentales adonde no las ay, y no solo que no las aya, pero que tambien sean totalmente contrarias. V. gr. el fa, y el mi. […]
[p. 44] […] Pudiera yo poner algunos exemplos en donde fueran necessarias las conjuntas ; pero seria por demàs, pues en las Curiosidades de Cerone, à la larga hallaràn mucho de esto en este Tratado ; y assi, no me cansarè en ello. Y no es malo que estès ya avisado para quando llegue el caso.
Diez divisiones pone Cerone de conjuntas, y la primera es la de Bfa♮mi grave, ò ♮mi, ha[ha]ziendo fa alli de conjunta, porque èl lleva la opinion, de que este fa de Bfa♮mi es accidental, aunque despues en otro lugar reconoce que es preciso que se cante el sexto tono por bmol, y otras especies tambien fuera de esto. Mas la razon, porque yo he movido esto es, porque vì à un Autor, que lo tengo en mi poder, impresso en Valencia, año de 1614. su Autor Andrès Monserrat : el qual dize, que no puede aver en Canto Llano, punto que baxe mas abaxo de Gammaut, y que si lo huviere estarà errado, y contra las leyes, y reglas del Canto Llano. A lo qual digo yo, que le quente esto à Cerone : el qual dize estas siguientes palabras en el lib. 5. cap. 6. de las conjuntas. […]
[p. 46] […] Digo yo aora, Cerone de prueba es, y dize, que se hallan puntos mas abaxo de Gammaut. Luego à quien creeremos ? yo creo à Cerone. Fuera de esto, yo lo he visto, y tengo en mi poder el Hymno del Te Deum Laudamus, &c. que se canta en la Santa Iglesia de Toledo, el qual un Prevendado de alli, que es Musico con trabajo de aquella Santa Iglesia me lo remitiò, y me testificò que estava fielmente trasladado de su original : el qual es de segundo tono, en el qual està muy repetido este punto.
Y ya que se ofreciò tocar del Te Deum Laudamus, y dicho que es de segundo tono el de Toledo ; digo que deseava saber ciertamente, que tono era este, porque otro tratado que tengo en mi poder, el qual se imprimiò en Sevilla, año de 1604. su Autor el Bachiller Sebastian Vicente Villegas, dize assi : Lo cierto es, que es quarto tono. Y rebolviendo à Cerone, no he podido descubrir en èl nada de este Hymno ; pero discurro ciertamente, que es quarto tono. La razon que tengo para esto es, que como ya he referido, tengo verificado en el Antiphonario Romano, y los Psalterios, todo quanto Cerone testifica, y he hallado en el referido Antiphonario este Hymno Te Deum, &c. y es de quarto tono, aunque tiene Clave de Csolfaut : lo qual me haze creer, que es quarto tono, aunque Cerone no lo menciona ; pero como todo lo demàs lo he averiguado ser como èl lo dize, tambien esto lo creo. Digo esto, porque en una ocasion hize viage à posta, solo por verlo en diferentes Iglesias, y todos quantos he visto los he hallado diferentes, cosa que me ha lastimado mucho vèr, que lo que debria ser unanime en el canto del Oficio Divino, y seguirse el canto que San Gregorio Magno reformò ; veo, que si no todo, lo mas està mudado. Cerone tambien se compadece mucho de esta variedad, como lo verà en sus Obras quien quisiere.
[p. 51] […] Toma si gustas salir de esta duda la Antiphona que se canta en la Iglesia todos los Sabados, y en el Oficio Divino en las horas del tiempo de entre año, que es la Salve Regina, y cantala con cuydado, y repara en ella, y veràs quantas vezes repite el Diathesaron de abaxo, y el de arriba, y otro que tiene en las entrañas del mismo tono, y veràs que son mas las vezes que repite subiendo, y baxando, este Diathesaron de entrañas, que aun los otros proprios de su composicion, de donde imagino que vienen à tener todos los tonos regulares entre Maestro, y Dicipulo, tres Diathesarones, dos de ellos proprios, y naturales en su composicion ; el uno al servicio del Maestro, sobre el Diapenthe ; y el otro al servicio del Dicipulo, debaxo del Diapenthe ; y el tercero al serv[i]cio de entrambos, en el coraçon del mismo Diapenthe : en este tono se verifica esto, ademàs de lo que Cerone habla en comprobacion de esto, como adelante verà el curioso si pone cuydado en ello. […] [p. 64] […] Las especies de Diapente son quatro, re la la primera, mi mi la segunda, fa fa la tercera, ut sol la quarta.
Las especies de Di[a]thesaron son tres, re sol la primera, mi la la segunda, ut fa la tercera. No ay quarta especie de Diathesaron, porque la que pudiera ser quarta especie se buelve de la primera. Quien quisiere vèr esto vea à Cerone, que trata desto muy latamente. […]
[p. 73] […] Pues vès aqui aora, como dize Cerone del modo que se debe escrivir esta permutacion, ò mutança, y dize que hazen mal los que sin reparo truecan estas dos señales ♯ ♮ poniendolas al revès de esta manera que se vee [exemple]. Y para que conozcas lo que puede estar mal escrito (segun la Autoridad de Cerone) basta con esto, pues por la cortedad, y brevedad no se amplia mas esta materia. […]
[p. 74] […] Lo qual segun Cerone, no debe ser, ni llamarse assi, esto es commixto con el octavo. Pues esta especie, segun el proceder, es de segundo tono, aunque fuera de su natural posicion, pero eslo porque dize sol re. Y dize Cerone, que si fuera de octavo, si esta especie menor, ò Diathesaron viniesse en un tono estraño, como v. gr. tercero, ò quarto, ò otro qualquiera, pero por ser en composicion de primer tono pertenece à èl ; esto es, que si dize re sol, serà para el servicio del primero, y si dize al contrario, como aora este sol re, serà al servicio del segundo.
Conformome con Cerone en esto, pues tambien sucederà lo mismo, y sucede con efecto, como en este exemplo se verà ; pero al contrario en esta manera. [exemple] […]
[p. 76] […] En esto veràs quan claro habla Cerone en sus Obras, aunque yo no lo puedo poner todo aqui. Explicome mas. […]
[p. 79] […] Aviendo ya llegado con lo escrito hasta aqui, me puse à considerar, que no es possible todo lo que se quiere, y queriendo poner algunas cosas precisas, reconocia que me avia de faltar papel, para las curiosidades que prometì ; y pensando en ello discurrì, que aunque era preciso algunas cosas, pero andan bien copiosas en otros tratados, y lo que yo he de poner en ninguno lo he visto, sino en Cerone ; y pues esto de Cerone no anda tan comun, quise anteponerlo à otras cosas : y assi darèmos principio, y si sobrare papel à lo ultimo se añadirà lo que se pudiere, y si no, no.
Y pues lo primero que prometì fue, la materia de los Sæculorum, ò E.V.O.V.A.E. Vamos con la brevedad possible.
Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 82–90 [De los Sæculorum Amen]
[p. 80] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 82]
[p. 85] Amigo Lector, ruegote, que desde este Cap. siguiente, en que se declaran las razones que ay para tanta diversidad de Sæculorum, leas con todo cuydado toda esta materia, y otras que se siguen, hasta llegar à fenecer los capitulos de las clausulas de los tonos, si quieres aprovechar en el conocimiento de lo que se halla en la practica del Canto Llano. Las quales materias estan fielmente copiadas de las Obras de Cerone, y si alguna cosa faltare à la fidelidad, cree, que seria, no descuydo, si no discurrir alguna brevedad, para que no me faltasse papel para otras cosas que se siguen despues tambien necessarias, como lo veràs : y aunque refiero en algunas partes, que el principal motivo de averme animado à la impression de este tractado, es el querer manifestar al publico estas Curiosidades de Cerone à mi costa ; no obstante lo hago aqui tambien, para persuadirte, y obligarte à que pongas mayor cuydado, pues no andan tan comunes estas cosas de Cerone, y otras que hallaràs fuera de estas ; y creeme, que si conforme pude imprimir, ò costear esta impression, pudiera costear sus tres Libros de CantoLlano, tambien lo hiziera.
[p. 86] Despues de aver hecho un razonamiento de la causa de aver tantos Sæculorum, dize, que no son puestos tantos, y tan diversos por antojo, ò porque los Escritores de los Libros los quisiessen poner, sino que con mucha diligencia de la Musica se pusieron en uso, y esto por causa de las especies mayores, y menores, que ay en la composicion de las Antiphonas, las quales por fuerça quieren diversos Sæculorum. Y para que se conozca quales estàn falsos, ò no, quiso dar alguna luz de ello, como se irà monstrando.
[p. 87] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 84]
[p. 95] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 85] [p. 97] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 86] [p. 101] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 87] [p. 105] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 88] [p. 109] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 89] [p. 117] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 90]
[p. 119] Hasta aqui llegò en suma, todo lo que Cerone dize de los Sæculorum en general, y en particular.
Aora pondrè todos los Sæculorum, que pone Villegas en su Tratado, para que tambien los veas, y los coteges unos con otros, y repares en ellos de espacio, y veràs que no es la razon de ser diferentes los Sæculorum, las entradas de las Antiphonas (segun Villegas dize) sino las especies mayores, y menores, que en ellas vienen (segun Cerone) pues en las que Cerone trae, algunas ay de una misma entrada, y con todo esso el Sæculorum es diferente, porque las especies de que estàn compuestas las dichas Antiphonas, obligan por fuerça à que ayan de ser diferentes los Sæculorum, y esta es una curiosidad muy buena, y digna de que la sepan los de mi profession, y que no estèn atados à lo que dize Villegas en esto solamente ; pues lo que es mejor, es razon que no se oculte. Y adviertan, que el principal motivo de la impression de este Tratado, fue el dar à luz nuevamente (y à mi costa) esta Curiosidad de los Sæculorum, para que todos gozen de ellos, ademàs de las otras curiosidades que adelante se veràn.
[p. 120] [1° tono] Este ultimo no lo he visto nunca en libros, y he estado en varias Iglesias de España, exerciendo mi Oficio, como Toledo, Palencia, Sevilla, y Cadiz, &c. ni Cerone lo trae tampoco. [2° tono] Tampoco pone mas de un Sæculorum de segundo tono. Vean à Cerone. [3° tono] [4° tono] [5° tono] Este Autor Villegas, ni en este quinto tono, ni en el segundo tono, pone mas que un Sæculorum à cada qual : vease lo que Cerone dize en estos dos tonos. [6° tono] Dize Villegas, que de estos dos Sæculorum el ultimo se usa en la Santa Iglesia de Sevilla, particularmente en Maytines, y en Horas, y quando quieren llevar el Choro mas aprisa, aunque quando se ha de llevar à espacio, se usarà del otro, por ser mas solemne. Cerone no pone mas de uno. [7° tono] [8° tono]
[p. 129] Ya que hemos puesto los Sæculorum de Cerone, y Villegas, para que los cotejes unos, y ot[r]os, serà bueno poner tambien otro que falta, para que lo sepas, y te aproveches dèl si gustares, el qual es el de la Antiphona de Visperas de las Dominicas, Nos qui vivimus, y que sepas el tono ciertamente que es, y lo que Cerone dize sobre esto, como tambien sobre los que quedan ya declarados ; y por abreviar dize, hablando del octavo tono irregular, que nosotros cantamos particularmente en esta Andaluzia Baxa, que no es assi, esto es octavo tono irregular : Vean el Cap. XXI. del Lib. V. de sus Obras, en donde trae m[u]chas razones sobre esto, y por ultimo citando algunos graves Auto[r]es, es de parecer con ellos, en que es septimo tono, y traelo apuntado como se vè. […]
[p. 132] […] Aqui se me ofrece un reparo, y es, que Cerone no haze mencion de otro tono irregular, que se cante con este Sæculorum.
Villegas dize, que se cantan otros dos, la primera en el comun de Martyres, extra tempus Paschale ; y la otra en el dia de San Miguel Archangel : de que se canta es cierto, y tambien en Cadiz, que hartas vezes las he cantado en veinte y tres años de exercicio, assi de CantoLlano, como de Musica.
Pero reparando, como he dicho, en que Cerone no heze tal mencion, se me vino à la memoria salir de esta duda, buscandolo en el Antiphonario Romano, aver si alli lo hallava, y no hallè tal cosa ; pues la una Antiphona es de quarto tono, y la otra de octavo. De donde con esta experiencia me haze creer de Cerone, que lo que èl dize, y afirma es lo cierto, assi en esto, como en todo lo demàs.
Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 40–50 [De los tonos mixtos]
[p. 133] Doy por supuesto ya, el que se sepa qual es tono perfecto, è imperfecto, y lo demàs que pueda hazer à este proposito. Lo que aora por abreviar conviene, es dezir sucintamente lo que es necessario saber, para juzgar los tonos con buen orden, y no à bulto, y sin concierto. Para lo qual se sepa, que demàs de aver mixtion perfecta, y mixtion imperfecta, ay despues quatro maneras de commixtiones, es à saber commixtion perfecta, commixtion mayor imperfecta, commixtion menor imperfecta, y commixtion mixta ; como se verà aunque con brevedad.
Dize Cerone assi : [emprunts à Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 41 sqq.]
[p. 140] [première partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 46]
[p. 140] No cansarèmos con multiplicidad de exemplos por la brevedad, y tambien porque con este exemplo, y los demàs que hemos puesto, y otros que se pondràn, bastarà aplicando esta regla à otros exemplos semejantes à este.
[p. 141] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 47]
[p. 143] Siguese aora la otra regla […]
[p. 144] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 48] [p. 147] En este Cap. haze relacion de un Autor, que dize, que el canto compuesto por quarta de extremo à extremo, no serà de ningun tono. Y si acaso este Autor es por ventura uno que tengo en mi poder, no solo dize, que no serà de ningun tono, si no que ni es tono, ni merece el nombre de tono. Y prosigue Cerone de esta manera : [seconde partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 49] [p. 149] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 50]
Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 51–63 [De los tonos commixtos]
[p. 150] Ya te dixe antes que avia quatro commixtiones, y esto de passo, y por mayor, aora se tratarà en particular, y de assiento de cada una dellas en particular. Y siendo, pues, quatro, que son à saber commixtion perfecta : commixtion mayor imperfecta : commixtion menor imperfecta : y commixtion mixta. Vès aqui darèmos principio à la commixtion perfecta, en esta manera.
[p. 151] De la commixtion perfecta. [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 52] Tràs estas dos demonstraciones, prosigue Cerone con el Cap. LIII. es largo, y todo en letra sin demonstracion. Y aunque es assi, no obstante siento mucho no ponerlo, para que vieras en los muchos exemplos, que alli refiere lo intrincado que son por lo general los tonos todos, y de la manera que estàn rebueltos, y commixtos unos con otros, que te asseguro, que es cosa gustosa el leerlo. Pero es muy largo, y temo no me falte papel para otras cosas, y por esso lo dexè.
[p. 154] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 54]
[p. 156] De la commixtion mayor imperfecta. [première partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 55] Prosigue Cerone poniendo por escrito muchos exemplos en comprobacion de lo antecedente, y por ultimo dize en un parrapho à parte lo siguiente.
[p. 157] [seconde partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 55]
[p. 159] De la commixtion menor imperfecta. [première partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 56] Aqui termina Cerone este cap.
Digo yo una cosa aora en confirmacion de lo que se tratò de la Salve Regina, y de aquel exemplo de[l] primer tono commixto, con el Diathesaron del octavo, de que hizimos mencion antes. Vèn aora lo que dize Cerone de este Diathesaron, pues apliquen esto à lo otro.
Mas. Has visto en este Cap. de Cerone, que dize, que serà commixto el tono que traxere triplicado un Diathesaron de commixtion menor ? Pues si fuera la Salve Regina commixta con el octavo, segun la proposicion del referido Tratado, no traxera mas de dos à tres vezes repetido el Diathesaron, y esto fuera por ser la Salve un canto largo, y prolixo ; pero no solo trae tres vezes repetido sol re, y re sol, sino que lo trae ocho vezes contadas : luego esto para commixtion es mucho.
Mas. Dize Cerone en el Cap. VIII. del Libro V. hablando del cantar por bmol, y por ♮quadrado, esto es subir, y baxar de Ffaut à Bfa♮mi, quando se ha de cantar bmol, y quando no, y à lo ultimo del Capitulo citando à San Bernardo, dize pues : Quando huviere necessidad de una voz de bmol, se tome casi hurtada ; porque no parezca tomar el canto, y tono, semejança de otro tono, y de otro canto.
Mas. Pues esta similitud, aunque parece fuera de proposito, no lo es en mi entender ; pues dado caso, que pudiera ser commixto, no avia de serlo mas, que à una necessidad precisa, como lo es el bmol para escusar el tritono, y tambien para alguna suavidad que lo pida la letra. La qual passada se buelve otra vez el canto à su primera naturaleza. Pero aqui no sale tampoco de su naturaleza, pues està en medio de ella. Y à la manera que Cerone defiende tanto en las mixtiones, y commixtiones, el que en primer lugar para juzgar los tonos, se atienda sobre ello à las especies principales, Diapente, y Diathesaron, para governarse por ellas, y despues juzgar el canto ; assi yo no fuera muy fuera de camino en defender la naturaleza de las vozes con que los tonos estàn compuestos, ò se deben componer, y pues à primero, segundo, septimo, y octavo les cupo en suerte las vozes medias, y naturales, que son soles, y rees, bueno serà que se guarde justicia à cada qual : en cuya consideracion he puesto, como has visto antes de aora, exemplos en favor de los unos, y de los otros, y allà en el Cap. X. de este Tratado, te advertì, que Cerone hablava en comprobacion de esto, como lo has visto. Creelo à èl, ya que à mi no me quieras dar credito. La misma razon puede servir reciprocamente en los dos hymnos del mismo Cap. X. pues la naturaleza de las vozes tienen tales efectos en sì, que en el primer hymno no concuerdan, y en el segundo si, como has visto.
[p. 163] [partie centrale de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 56]
[p. 163] Despues de esto pone por escrito algunos exemplos, que ay en varias partes, lo qual lo dexo yo por passar adelante.
Vèn aqui aora, si se descuyda Cerone en dexar aun los Diathesarones de la mano en este Cap. que se sigue.
[p. 164] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 57] [p. 168] [première partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 58]
[p. 169] Despues de este exemplo và referiendo muchos exemplos por escrito, sin demonstracion de canto. Y al medio de toda la relacion buelve à dezir estas palabras.
[p. 169] [partie centrale de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 58]
[p. 170] Hasta aqui à nuestro proposito : porque despues và haziendo relacion de otras commixtiones con otros tonos.
Ruego al Lector, que buelva à leer el principio deste Cap. presente, y repare en el septimo renglon, que dize no obstante, &c. y prosiga leyendo con cuydado. Y despues mire con cuydado tambien la demonstracion, y exemplo de la commixtion mixta, que acabamos de cantar ; y verà, que los dos Diathesarones estàn en las entrañas del tono (esto es) los Diathesarones que causan la commixtion mixta ; pues si siendo estos Diathesarones de las entrañas del tercero, y quarto, ay para ellos aquel parentesis (no obstante vengan por diferentes posiciones) y siendo, y estando situados en tono estraño, que es el primer tono ; y siendo assi, aun con todo esso, dize Cerone (no obstante) què quiere dezir no obstante ? Lo que significa en mi entender es, que no obstante, es lo mismo que si dixeramos, haze mucha fuerça. Pues si estos Diathesarones, que aun no son los mas proprios, y naturales hazen fuerça, para que ellos sean causa de commixtion mixta con el primero tono (como has visto :) Pregunto, no avrà otro no obstante, para que haga mucha fuerça el Diathesaron de entrañas del septimo, y octavo tono, para que se miren como proprios, y mas quando estàn en las entrañas de su composicion misma, y no estraña ? Ciertamente, que no se como diziendo sol re, ò re sol en un primero, ò segundo tono, desde Dsolre à Gsolreut, ò al contrario aya razon, para que diga Cerone, que son proprios de estos tonos estos Diathesarones, no obstante, que estàn en diferentes posiciones, solo porque estàn en las entrañas de los dichos tonos, y que no se llame Diathesaron de septimo, y octavo. Pues lo mismo me maravilla, que aviendo hablado Cerone […]
[p. 174] [première partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 59]
[p. 175] Pone despues algunos mas exemplos, pero solamente por escrito, los quales dexarè en la pluma.
[p. 175] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 60] [p. 176] En este Capitulo trae Cerone la autoridad del Reverendo Don Blàs Roseto, sobre esta materia : la qual se reduce, à que [partie centrale de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 61] aqui prosigue con varios exemplos, por escrito, en confirmacion de lo demonstrado. [p. 178] [première partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 62]
[p. 181] Despues de esta demonstracion trae muchos exemplos por escrito sin demonstracion, alegando en favor de este privilegio muchas razones, y autoridades que verà el curioso en sus Obras, que aqui no caben.
[p. 181] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 63]
[p. 184] Este parrapho no quise dexarlo en la pluma, ya que he dexado otros.
Ya te dixe al principio en el Prologo, que como mas presto hallava las cosas assi las ponia ; poco te embarazarà si eres aficionado el hallar las curiosidades que aqui ay antes, ò despues, sirvante de provecho que es lo que se pretende, y lo demàs no te fatigue.
Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 10–13 [Miscelánea]
[p. 184] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 11] [p. 187] [première partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 12]
[p. 190] El punto doblado, y ligado, que està uno sobre otro, doy fee de verlo en el Antiphonario Romano, y primero se canta el que està debaxo, y luego se liga el que està ligado encima, los Escritores Españoles no lo usan.
[p. 190] [seconde partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 12]
[p. 193] En esto se dilata mucho Cerone, y con razon ; pero yo constreñido de la brevedad, dirè lo comun, que son quatro, Cerone dize que son tres, pero todo viene à ser una mesma cosa, porque dize, que el compàs de los Hymnos unas vezes es ternario, y otras vinario, en suma son quatro ; […] [p. 194] [première partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 10]
[p. 200] Antes de passar adelante, te quiero advertir, por lo que Cerone dize aqui de las conjuntas, esto es por el orden que pone en ellas, para que no te sirva de confusion te dirè con brevedad lo que has de entender de esto modo de dezir de tercera conjunta, y de quarta, quinta, sexta, y septima, &c. Pone en suma hasta diez, començando desde Bfa♮mi grave, la primera por bmol, y luego la segunda por ♮quadrado en Csolfaut, y luego la tercera en Elami por bmol, y la quarta en Ffaut por ♮quadrado, la quinta en Alamire por bmol, &c.
Si has advertido el modo con que te las expliquè en el Cap. IX. de presto conoceràs esto, y sabràs las que dexo de explicar donde estàn. Es verdad, que este modo de Cerone es mas expecifico ; pero tambien es verdad, que para los Principantes es algo confuso.
[p. 200] [seconde partie de Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 10]
[p. 202] Ya te dixe en el Prologo, que si eres curioso, y aficionado, tanto te importarà el hallar las Curiosidades de este Tratado algo antes, ò algo despues ; el caso es, que las halles, y que te agraden, y no solo esto, si no que te aproveches ; pues la prueba mas cierta, de que seas curioso, serà tambien la de ser aprovechado, y mas si es de tu profession ; y assi no cuydè mucho de poner este Tratado con el debido orden que debiera tener, assi por la falta del tiempo, que no lo tengo à mi mandado, como tambien por aver sido impensado el motivo de la impression, y tambien por lograr la ocasion de tener algunos dineros para costearla, que si estas cosas que he referido estuvieran todas en mi mano, fuera culpable el no ponerlo con aquel orden à lo menos que tienen otros Tratados que he visto. Y assi darèmos principio à lo prometido de los tonos irregulares, para que tambien se tenga noticia de esto.
Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 91–96 [De los tonos irregulares]
[p. 203] Ya que se dixo algo de los tonos regulares, y de lo que mira à su composicion, bien es que digamos algo de los tonos irregulares (aunque con brevedad.) […] Pero de los que son irregulares por terminacion, y composicion, se tratarà en el siguiente Capitulo. Pues en este es tan dilatado lo que Cerone dize, que creo, que con lo que se declararà en el siguiente se entenderà, y nos ahorrarèmos de esse trabajo, y papel. [p. 204] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 93] Aqui [Lib. XVI] habla Cerone de los tonos de Musica, en donde tratarà de esto por extenso. Mas quien quisiere verlo procure sus Obras, pues en este mi Tratado no cabe mas dilatacion. [p. 209] En este Capitulo habla Cerone con grande especificacion de los tonos irregulares […] En este Capitulo dà à entender, que no ay mas Sæculorum que los que hemos puesto, assi para los r[e]gulares, como para los irregulares […] Finalmente trae otras muchas cosas estrañas, que podrà vèr el curioso en sus Obras, si tiene la fortuna de conseguirlas, que yo por poner otras cosas mas essenciales dexarè estas. [p. 211] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 95] [p. 213] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 96]
[p. 215] Se dixo al principio de esta materia de tonos irregulares, que debrian fenecer en el extremo del Diapente, esto es el extremo superior ; v. gr. primero, y segundo en Alamire agudo, tercero, y quarto en Bfa♮mi agudo, quinto, y sexto en Csolfaut agudo, y septimo, y octavo en Dlasolre tambien agudo : con que segun esto vendrian à ser otros ocho tonos irregulares, à correspondencia de los ocho regulares ; pero no es assi, porque no son, ni ocho, ni seis, como segun Cerone dize, alegando muchas razones, y Autores para ello, las quales no pongo expressamente por abreviar. Solamente, si dirè en esta manera, que algunas razones naturales ay, para venir en conocimiento, de que Cerone dize bien, y digo assi : […]
[p. 217] […] Lo mismo viene à ser la razon de quinto, y sexto tono, que fenecen en Csolfaut : aunque dize Cerone, que bien puede averlos si son imperfectos, como v. gr. compuestos por quinta, y dize aver algunos exemplos de ello, y otras muchas razones que trata sobre este, particular de estos dos tonos, las quales me veo forçado à dexar por la brevedad.
Tambien el tercero, y quarto debrian fenecer en Bfa♮mi, segun el orden de los regulares ; pero estos dos tonos, tercero, y quarto irregulares, no pueden fenecer buenamente en Bfa♮mi, porque si fenecieran aì, no pudieran (como dize Cerone) comodamente formar su Diapente perfecto, pues desde Bfa♮mi agudo à Ffaut agudo, ay una quinta falsa, ò Semidiapente, y no ay tono regular, ni irregular que tal tenga, ni que tal pueda tener, porque ha de ser precisamente quinta perfecta la que ha de formar qualquiera tono, y Diathesaron perfecto, tambien para poder formar su Diapasson, ò su octava perfecta ; y vèn aì la razon, porque dize Cerone, que se baxaron en Alamire agudo, para poder proceder con mejor orden en el Diapasson, lo qual es causa de poder aver alguna equivocacion en conocerlos, porque como vienen à ser (segun Cerone dize) los tonos irregulares no mas que quatro, y todos fenecen en un mesmo signo, que es Alamire (por los inconvenientes referidos) y tambien porque todos tendràn una mesma Clave, y demàs desto no aver en Cantollano señal de bmol, para por ella dis[tin]guir unos tonos de otros, por esto esta advertencia no serà mala, y que el Principiante con este aviso vaya, como con sobre aviso quando oìga, ò lea algo de esta materia, y no le coxa de susto el saber, que primero, segundo, tercero, y quarto tonos fenecen en Alamire irregularmente, y que son estos quatro tonos, de los que dize Cerone, que son irregulares por composicion, y terminacion, à distincion de los que son irregulares por terminacion solamente, y no por composicion. Esto fue lo prometido, aunque con brevedad, y lo cumplido con ella.
Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 65–73 [De las clausulas de los tonos]
[p. 219] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 65] [p. 222] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 66]
[p. 223] A mi me parece, que aunque Cerone no lo menciona, que esta clausula de Gsolreut haze tambien al caso del Diathesaron de entrañas, de que ya he hecho mencion, y el que huviere observado los baxos, y acompañamientos generales de las obras de Musica, avrà visto mucho de esto, quiero dezir, jugar mucho deste Diathesaron de entrañas, conforme el tono fuere, y clausular muy frequentemente el Baxo en semejantes posiciones de Diathesaron de entrañas, aunque no sea Psalmo, sino otra obra qualquiera. Repara con cuydado en estas clausulas, y nota, el titulo que dà Cerone à las clausulas, es diziendo clausulas particulares, y esto en todos los tonos ; y creo, que lo dize por las secundarias, y no por las principales, y generales : pues todo lo que es principal, y general no es, ni tiene el titulo de particular, pues como cosa principal y general, es comun à todos los tonos el que sean en aquellos terminos principales del tono ; pero lo particular no es assi, porque si lo fuera, no dixera en quarto tono extravagante, y en el quinto, sexto, y septimo accidental, y todos estos terminos no son generales, sino particulares ; y aunque lo diga por las unas, y por las otras, no obstante discurro se debe hazer esta distincion entre generales, y principales, à las que no lo son, sino particulares, ò secundarias.
[p. 224] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 67] [p. 225] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 68] [p. 226] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 69] [p. 227] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 70]
[p. 228] Vèn aqui si concede Cerone, que es razon que se cante este tono por bmol, y en otras partes concede lo mismo.
[p. 229] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 71] [p. 230] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 72]
[p. 231] Busquè el Cap. 45. del tercero lib. por vèr lo que dezia allì de la entonacion del Psalmo festivo, y por la advertencia que haze diziendo, (adviertan que digo Psalmo, y no cantico, &c.) Y en suma con esta demonstracion se entenderà mejor, y es esta. [exemple]
Esta demonstracion dize, que es de los dobles, y semidobles à distincion de los Psalmos feriales, que son assi como se sigue. [exemple]
Yà vè el Curioso estas dos demonstraciones en lo que difieren, y se distinguen, pues en los demàs tonos haze lo mismo, y vienen à tener la entrada como si fueran los psalmos, ò versos de los introitos de las Missas con poca diferencia, mas con essa poca diferencia distingue los feriales de los dobles, y semidobles, como se vè, y dize, que es estilo Romano. Lo qual por acà no se haze, pues todos los Psalmos se cantan de una mesma manera, sea doble, ò feria ; y no ay en España tal diferencia, à los menos en las Iglesias Catedrales en que he estado, como Toledo, Sevilla, Palencia, y Cadiz. Lo qual servirà de algun aviso al Curioso, para quando oyga dezir, ò lea alguna autoridad de Cerone, y no se equivoque juzgando que es todo uno, pues yà ha visto la diferencia.
Lastima es que no se reimpriman sus tres Libros de Canto Llano, para que assi los cantores, y escritores de libros vieran la diferencia que ay de lo que se estila en la primera Iglesia del Mundo, y Cabeza de toda la Iglesia Universal, que es la de Roma, à lo que ay por acà tan diversificado en la materia del canto, de lo qual se lastima mucho este Celebre Varon. Y harto sentimiento me queda de hallarme con poca possibilidad para hazerlo yo.
[p. 233] [Cerone, El Melopeo, Lib. V cap. 73]
Jorge de Guzmán
[p. 246] […] Y aun me parece que la Salve Regina es de este tono segundo, no porque lo he visto escrito en ningun Autor, sino por lo que hemos referido de ser deprecativa esta Antiphona, y por algunas observaciones que he hecho en las especies mayores, y menores, siguiendo para este mi parecer lo que queda explicado en el modo de juzgar los tonos por las especies, segun la Autoridad de Cerone, y lo que digo lo hablo en suposicion de la Antiphona de la Salve, que trahe puntada el Bachiller Sebastian Vicente[n] Villegas en su tratado, y en suposicion tambien de que sea la legitima que debe ser, que si acaso està algo diversificada en el Canto, (como lo estàn otras Canturias,) en tal caso no digo nada. No obstante el ser Antiphona deprecativa, me haze alguna fuerza para creer, y dezir, que es segundo tono ademàs de lo referido, salvo el mejor parecer. […] [p. 254] […] Estos tres exemplos en razon de quenta podrian servir para el tiempo ternario, y con todo esso si viniessen en puro Cantollano en todas las dichas notas, no avria distincion alguna en el valor, porque todas serian iguales, aunque nunca se escrive un triangulado, ò alphadillo solo ; pues como dize Cerone ha de ser mas de uno, y nunca uno solo en puro Cantollano, como lo avràs reparado en los exemplos antecedentes de Cerone. […] [p. 267] […] Bien se que hazian otras cosas alguna falta, y de las que contiene este Tratado, tambien se que no faltarà quien le ponga muchas faltas, por tanto, como ya esto de ponerlas (aunque sean à las obras muy consumadas) es tan ordinario, de aì es, que ya no se siente el que las pongan ; y por lo que toca à mi, digo, que solo sentirè el que no se aproveche de lo en èl contenido el Principiante, pues solo por su aprovechamiento me movì à dar à la Estampa lo que has visto, considerando, que aunque otros lo dieron primero que yo à luz, pero ya estàn estinguidas, ò acabadas tales impressiones, y es raro el que goza de las Obras de Cerone, y otros Autores antiguos, pero particularmente las de Cerone, del qual saquè lo que has visto, que en la realidad es lo mas selecto, y escogido, aunque no pude sacarlo todo. [p. 273] Aunque ya en el folio sesenta y quatro se ha explicado la formacion de las especies principales, de que se componen los ocho tonos, que son Diapente, Diatesaron, y Diapasson, con todo esso lo buelvo de nuevo à repetir, y juntamente demonstrar visiblemente ; porque considero, que lo que entra por los ojos se aprende con mas actividad, y eficacia. Y assi no solo (dize Cerone) que son ocho los tonos regulares, si no que quisiera tambien èl, que los Cantollanistas usaran de los tonos que los grandes Maestros, y Musicos antiguos usaron, llamandoles noveno, dezeno, onzeno, y dozeno : diziendo que los tonos realmente son doze, esto es, seis Autenticos, ò Maestros, y seis Plagales, ò Discipulos. […]
[p. 274] […] Y todos ellos los trae divididos, unos Harmonicamente, y otros Arihmeticamente, cuya division he considerado no investigar nada de ella, por no intrincar al pobre principiante, y porque considero, que por donde deseo que se aproveche con brevedad, no sea causa con semejante division confundirlo con dificultades. Y assi quien tuviere viveza de ingenio, busque sus Obras para saciar su apetito, y à falta de las Obras de Cerone, busque las obras mayores del Bachiller Juan Perez de Moyas, y en su Libro primero de Arihmetica especulativa, Capitulo XL. en que se ponen cosas pertenecientes à la Musica especulativa, hallarà donde saciar muy bien su deseo, sobre este particular. […]
[p. 278] Ya vè el Curioso que estos doze tonos son los mesmos que pone Cerone, salvo que estos dos tonos ultimos que son onzeno, y dozeno, los pone este Padre [Girolamo Diruta] octava en alto de los que pone Cerone, como los verà, y cotejarà el Curioso, pero en suma son los mismos. Los de Cerone à prima faciè causan confusion, mas no ay que tenerla con lo que este Padre dize, esto es, que los tonos naturales son doze, y que fenecen de dos en dos, debaxo del orden de las vozes de Natura, esto es, el primero, y segundo, en Csolfaut, tercero, y quarto en Dlasolre, quinto, y sexto, en Elami, septimo, y octavo, en Ffaut, nove[n]o, y deceno en Gsolreut, y ultimamente onzeno, y doceno en Alamire, y repare el Curioso que con este orden fenezen los doze tonos que hemos puesto de Cerone. Pero los que pone este Padre, no estàn tan confusos para el principiante, como los de Cerone : […]

 ↑  Extraits des Reglas utiles para los aficionados a danzar :

Tratado I. Donde se contienen todos los diferentes passos de la Danza Francesa
[p. 21] Trat. I. Cap. 3. del Arte de Danzar Pedro Cerone, El Melopeo y Maestro (1613) : Lib. II cap. 10
Que sea precisa la theorica en todas Artes, bien lo acreditan las authoridades ; pero aunque hai algunos, que vocean necessitarse en esta facul[p. 22]tad, solo de la practica ; digo que es manifiesto error ; porque aunque es mui utile, quien no concederà que es mejor acompañada con la theorica, pues con esta se alcanza saber las cosas por sus principios, y causas, y no por la otra ; pues como dice Aristoteles : Tunc scimus, cum causas cognoscimus. Pero siga su dictamen el que quisiere, que en fin hallarà que : In Arte, & Doctrina plus esse precidii, quam in natura. Que cosa sea Arte, antes queda difinido. Bien creo que ay muchos amadores de la theorica Musica, y grandes amigos de sus amigos ; mas (por lo que la esperiencia muestra) me parece, que en comparacion de los otros, quedan todos en una breve cifra. Quanto à lo que dizen algunos, que en la Musica no ha de aver mas que pratica, digo que es yerro manifesto : porque caso que la pratica sea util, quien no vee quanto mejor sera si fuere acompañada con arte y theorica, paraque sepa las cosas por sus principios y causas, que sola por si ? pues como dize Aristoteles ; Tunc scimus cum causas cognoscimus. Hagan quanto quisieren, en fin hallaran que ; In arte & doctrina plus esse præsidii, quam in natura. Que sea arte lo dize Estevan Roseto en su Musica […].
Algunos hai, que practican la Danza sin la mas perfecta Doctrina, usando de passos imperfectos obscureciendo el hermoso color del Arte, y para decirlo en una palabra : Ficus, ficus, ligonem ligonem vocant : aunque assi mal executada agrada à muchos, pareciendoles ser cosa arreglada, porque semejantes modos entre ignorantes personas en este Arte, siempre son primorosos por complacerles ; pues como dice Ciceron : Ea laudant imperiti, que laudanda non sunt, pictura etiam non perfecta delectat imperitos, & laudarem. Y por esto se suele decir probervialmente, que para el necio, la Mona es hermosa. Componen digo Musica rustica y sin doctrina ; usan passos vulgares, simples, ordenarios, sin color de arte, y por dezirlo en una palabra ; Ficus ficus, ligonem ligonem vocant : Aunque assi como es, suele agradar à muchos, à los quales les parece de oyr Musica en todo punto acabada : que las cosas entre personas que no conocen, siempre son hermosas y en mucho estimadas, todas vezes que ellos tomen plazer dellas, y se huelguen con ellas. Que como dize Ciceron : Ea laudant imperiti, quæ laudanda non sunt. Pictura etiam non perfecta delectat imperitos, & laudatur. Y por esto se suele dezir proverbialmente ; Pulchra apud pueros simia. […]
Verdad es, que hai muchos Maestros, y Discipulos de grande habìlidad en España ; pero no se habla de estos, si solo de aquellos, que se gobiernan por sus dictamenes, sin quererse arreglar à la razon. [p. 23] Es induvitable que quien en el mar de esta Profession quiere surcar con solo el rumbo de su parecer, naufragarà repetidas veces ; lo qual no nace del mucho confiar, si del poco saber. Algunos introducen falsas composiciones en las Danzas, poniendolo por cosa nueva, siendo el motivo el carecer de Libros, que tratan de esta arte, como assimìsmo Chorographia, y Musica : Verdad es que ay muchos Musicos de grande habilidad en estos dichosos Reynos, mas yo no hablo si no de los que se rigen por su proprio parecer ; y que no quieren saber, que cosa es saber. Tengo para mi, que quien en la mar desta profession, quisiere en todo seguir la rueda de su parecer, darà muchas vezes en la costa ; y que no nace de mucho confiar, si no de poco saber. Antes me voy imaginando que algunos introduxeron, y otros todavia introduzen unas falsedades muy hereticas, debaxo del nombre de nueva manera de Musica, solo para poner en olvido las buenas, y verdaderas reglas musicales, à fin de no se subjetar al arte ; […]
y assi vemos que el que compone de esta manera, sigue el dictamen de aquel Pintor, que como refiere Camillaco, pintaba al Pez Delfin gozoso entre las Sylvas, y Montes ; y al Javali contento entre las Ondas del Mar, de cuya ignorancia se burla Oracio con aquel Verso de su Poetica : Delfinum silvis appingit fluctibus aprum : por cuya razon advierto, que à veces se forman composiciones falsas, â manera de aquel monstruo, que descifra este Poeta en el mismo lugar, diciendo :
   Humano capiti cervisem pictor equinam
   Jungere si velit, & varias inducere plumas.
   Undique collatis membris ut turpiter atrum
   Dessinit in piscem mulier formosa superne.
Y assi vemos que el saber y eccelencia destos espiritus levantados se acomoda mucho à la eccelencia de aquel pintor ; el qual, segun la relacion que nos haze Camillaco, pintava el pece delphin entre las sylvas, y el javali entre las ondas de la mar ; de la qual grosseria y tondedad, se va burlando Oracio con aquel verso de su Poetica,
   Delphinum sylvis appingit, fluctibus aprum.
Digo que à vezes hazen composiciones monstruosas, compuestas à manera de aquel monstruo, que descrive el dicho Poeta, en el mesmo lugar, diziendo en esta manera.
   Humano capiti cervicem pictor equinam
   Jungere si velit, & varias inducere plumas,
   Undique collatis membris, ut turpiter atrum
   Desinit in piscem mulier formosa superne. […]
Lo qual se experimenta en aquellos, que abusando las Reglas por ignorar la theorica, y no dàr [p. 24] à entender su falta, introducen en las figuras de los bailes distinto camino ; mezclando el braceo de un passo con otro, y otras cosas à este tenor, nacido del olvido que tienen de sus Reglas, y Leciones ; por cuya razon se vèn algunos, que en el Passapie, Amable, y otras Danzas, corrompen el modo veridico de su figura, passos, &c.  
Si los que esto executan menospreciando el Arte, se quisiessen igualar con los Authores que la usaron, seria comparar el Enano con el Gigante ; pues si estos se uniessen en el suelo, para descubrir tierra, no se puede dudar, que el Gigante por ser mas alto alcanzaria à vèr mas ; pero si el Enano se pusiere sobre los ombros de el Gìgante, en este caso mas veria el Enano. Los Operarios de este tiempo en esta habilidad somos Enanos : si sobre los ombros (que son los trabajos de los antiguos Authores) nos ponemos, alcanzaremos mas que todos ellos : si queremos hacer competencia sin el Arte, que es la luz que nos dexaron, quedaremos en su operacion cortos de vista, como el Enano puesto en tierra. Los que hacen poco aprecio del Arte, atiendan à M. T. Ciceron, como declara su grandeza, y excelencia, diciendo : El Arte es Capitan, ò Caudillo mas cierto que naturaleza, aunque sea de hombres mas claros en entendimiento. Si los Musicos que menosprecian el arte se quisiessen cotejar à un Adriano, à un Cypriano, à un Morales, à un Prenestina y à otros semejantes que usaron del arte, seria comparacion entre enanos y gigantes. Si el enano, y el gigante se pusiessen en el suelo ambos yguales, dexados en su estatura y natural sobre la tierra para descubrir los montes, no ay duda si no que el gigante, por ser mas alto, vera mas : Empero si el enano se subiesse sobre los hombros del gigante, en tal caso mas veria al enano, que el gigante. Los Musicos deste tiempo enanos somos, mas si sobre los hombros (que, como dixe, son los trabajos de los Musicos antiguos) nos ponemos, mas podremos ver que todos ellos. Si queremos con ellos competir sin el arte (que es la luz que nos dexaron,) quedaremos en la Musica cortos de vista, como el enano puesto en tierra. Los que menosprecian el arte, oygan à M. T. Ciceron , como declara su grandeza y eccelencia diziendo. El arte es Capitan ò caudillo mas cierto que naturaleza, aunque sea naturaleza de hombres claros en entendiminento : […]
Y Quintiliano alude à lo mis[p. 25]mo en este exemplo : Quando la fertil tierra mucho fruto produce, mas se debe al Labrador, que la sembrò, que no à la bondad de la tierra ; Quintiliano confirma lo ya dicho, diziendo ; Los consumados en qualquier arte, pienso de ver mas à la doctrina que à la naturaleza. En declaracion desto pone un exemplo, y dize ; Quando la tierra fertil produze mucho fruto, mas se deve al labrador que la sembrò, que no à la fertilidad y bondad de la tierra. […]
y assi bien claro nos enseña la experiencia, que ninguno en su facultad, adquiere la perfeccion, si le falta el Arte ; porque los que sin èl caminan, son como aquellos, que no teniendo conocimiento de una senda, andan sin guia ; y como los que de noche trabajan sin luz : de manera, que el Arte es luz, y guia ; y con justificado titulo se podrà decir, que los que obran con ignorancia en èl, no saben. Y assi vemos por experiencia, que ninguno sin el arte es perfeto en su facultad ; porque los que van sin arte, son como los que ignorando el camino van sin guia, y como los que andan sin luz. De suerte que el arte, es la guia y la luz ; y assi con justo titulo se puede dezir, que los que obran iñorando el arte, no saben. […]
No quiero ser mas lato (aunque mucho podia explayarme en este assumpto) y concluyo diciendo con Juan Pontanos : Cum Ars omnis preceptis constet sequiturque rationem nulus Artifex bonus esse potest, qui nec facit, nec moderatur, nec Artis sua precepta servat. No mas, quiero dexar esto en que mucho se podria dezir, por no salir de mi particular proposito ; y concluyendo del todo, digo con Juan de Pontanos ; Cum ars omnis præceptis constet, sequaturque rationem, nullus artifex bonus esse potest, qui quæ facit, nec moderatur, nec artis suæ præcepta servat.
Viendo por experiencia, que no todos se arreglan à los preceptos de esta Arte ; porque unos aprenden por sola aficion, y estos no se atarean al estudio, por que creen ser reglas sus gustos : otros en sus casas se enseñan, sin los mas peritos Maestros : otros, que debian saber con fundamento, se quedan, por falta de aplicacion, en un ocio reprehensible ; y en fin, que ninguno tenia libros en nuestro Idioma, que enseñassen las mui apreciables, y provechosas reglas, y preceptos de esta facultad, he trabajado en su explicacion en estos tres Tratados, con el methodo [p. 26] de reglas generales, y con el modo mas primoroso, que se ha podido encontrar.  
[p. 38] Trat. I. Cap. 5. del Arte de Danzar Pedro Cerone, El Melopeo y Maestro (1613) : Lib. I cap. 14
Repetidas veces acontece, al que desea aprender esta Arte, û otra, una opinion contraria, que es la desconfianza : esta hace desmayar à los Estudiantes, haciendoles creer, que serà impossible llegar â executar el todo de lo que pretenden ; los quales, enfriados con ella, dexan el estudio principiado, y aborrecen en todo, y por todo, aquella Arte, que antes le consagraban estimacion, y amaban con todo anhelo. Pues para que ninguno desconfie, pretendo en este Capitulo, manifestar algunos exemplos, y sentencias, las que sirvan de estimulo, para adelantarse : por lo que es mui de notar lo que dice Platon, y es, que Arte, Naturaleza, y [p. 39] continuo estudio, es necessario, para señalarse qualquiera en su profession ; lo qual fuè aprobado por Theonides ; quando dixo : Natura facit habilem, Ars vero facilem, ususque potentem ; La Naturaleza le comunica al hombre habilidad, el Arte facilidad, y el uso poder ; esto es, practica, y ligereza. El que quisiere ser vencedor de esta desconfianza, considerarà, que no fuè fabricada de una vez la grande Babylonia ; antes si, à muchos, y repetidos golpes de el tiempo : por lo que tambien, â su imitacion, vendrà à alcanzar el Aficionado lo que desea, à impulsos de diversas, y continuas lecciones ; porque es sabido, que caminando, sin parar, adelante (aunque sea sin impetus ni saltos, sino poco à poco) se conocerà, sin falta, el fruto, que se havrâ grangeado en la Danza, como aquel que puso :
   Has esto mui à menundo :
   Un poco sobre otro pon
   y hallaràs un gran monton.
Dos opiniones entre si contrarias muchas vezes acometen al que dessea saber esta arte, ò qualquiera otra. La primera es desconfiança, y la otra presuncion. La desconfiança suele desmayar à muchos estudiantes, haziendoles creer, que es impossible llegar à tanto, que les sea de honra ni de provecho. Los quales enfriados desta desconfiança, dexan el estudio començado, y en todo y por todo destierran de si aquella arte, que de antes tenian en mucho, y que demasiadamente amavan. Pues paraque nadie desconfie, quiero en este presente capitulo poner unos exemplos, dichos, y sentencias, los quales serviran de espuelas para appressurar el camino, e yr mas adelante. Para lo qual es mucho de notar lo que dize Platon, y es : que arte, naturaleza, y continuo estudio es menester para hazerse uno señalado en su profession : lo qual aprobò despues Theoñides diziendo Natura facit habilem, ars vero facilem, ususque potentem. La mesma naturaleza al hombre da habilidad, mas el arte facilidad, y el uso potencia, es à saver pratica y presteza. Quieres pues vencer del todo la desconfiança ? considera que no se fabricò toda de una vez (como se suele dezir) la grande Babilonia, sino en muchas y diversas vezes, y con mucho tiempo. Tu tambien con diversas y continuas liciones, y con largo tiempo vendras saber algo mas, de lo que vas imaginando ; porque caminando continuamente adelante, sin hazer ninguna parada en medio ; no por impetus ni salto, sino yendo mansamente y poco à poco, conoceras sin falta el fruto, que al cabo de algunos meses avras hecho en la Musica, y como aquel otro dize.
   Haz esto muy à menudo
   Un poco sobre otro pon,
   Y hazeras un gran monton.
Lo qual no solamente se dixo, por el fin de aumentar las riquezas, sino tambien para otras cosas ; y con mas razon se podrà adaptar à este nuestro assumpto. Si el Joven fuere inapto para emprender qualquiera facultad, no por esso debe per[p. 40]der la esperanza ; pues se sabe por indubitable, que el tiempo, y el continuo estudio, lo haràn perito, y experto en la profession, que se aplicare : no perdiendo de la consideracion, que el exercicio no solamente sirve para la perfeccion ; sino que tambien obscurece las faltas, y defectos. Quan provechoso sea lo aqui expuesto, claramente se confirma, si se atiende al exemplo de Lucrecio :
   Non me vides etiam guttas in saxa cadentes,
   humoris longo in spatio pertundere saxa ?
Lo qual no solamente se dixo para el aumentar las riquezas, pero tambien para las otras cosas : y principalmente le podemos aplicar à este nuestro proposito. Aunque el mancebo se sintiesse rudo y de poco ingenio, con todo esso hase de forçar à deprender lo que puede ; confiando siempre que el tiempo y el continuo estudio le haran perfecto y muy experto en la profession que se aplicare : y siempre considerando, que con el exercicio no solamente se confirma la abundancia del natural, mas tambien se suplen las faltas y defectos. Quan provechosa cosa, y de quanta efficacia sea el trabajo y diligencia continua, aprenderloan en muchas cosas, si quieran mirar en ello. Oygan el exemplo de Lucrecio.
   Nonne vides etiam guttas in saxa cadentes
   Humoris, longo in spatio pertundere saxa ?
De esto sacaron el proverbio los Latinos :
   Gutta cavat lapidem non bis, sed sæpe cadendo.
La gotera cava las mui duras piedras, no de una vez, ni dos, sino continuamente cayendo. Ciertamente este proverbio alienta mucho el animo, considerando, de que cosa tan blanda, como una gota de agua, cave, y haga señal en una materia tan sòlida, como la piedra. Deben saber assimismo, que el fierro, y metal, usandolo con las manos, se gasta :
De aqui los Latinos sacaron su proverbio : Gutta cavat lapidem, non bis, sed sæpe cadendo. La gotera cava las piedras muy duras, no de una vez ni de dos, sino siempre cayendo. Pareceme que este proverbio de mucho animo y osadia à los de poco ingenio, y les haga coraçon diziendo, que una cosa tan pequeña y blanda como es una gotilla de agua, cave y haga señal en materia tan dura, como es la piedra. Tambien deven saber que el hierro y el metal se gasta tratandolo entre manos. […]
y todo lo que con perseverancia se practica, llega â tener su deseado fin, como dice Platon : Perseverantia est [p. 41] affectio (id est tolerantia adversus labores) quæ quodcumque elegerit preficit : à este modo la prudente Hormiga hace provision en su granero, conduciendo grano en el tiempo de la cosecha. De esta manera perfecciona su tela la Araña, añadiendo un hilo sobre otro. Assi fabrica la Golondrina su nido, pues aconteciendo estàr en tierra donde no hai barro ni cieno, moja sus alas en el agua, y envolviendolas en el polvo, forma el barro, con lo qual, à repetidas fatigas, logra en fin de su obra. La Aveja llena su colmena de miel, y cera, trabajando de una flor en otra, y cogiendo de ellas ambas especies. Donde ay perseverancia todas las cosa à la larga llegan à su desseado fin, que segun Platon : Perseverantia est affectio (idest tolerantia adversus labores) quæ quodcunque elegerit perficit. Assi hinche la prudente hormiga su granero en el tiempo de verano, llevando grano à grano su provision. Assi acaba la araña su tela que haze para caçar moscas, añadiendo un hilo à otro. Assi fabrica su nido la golondrina, pues (quando acierta hazerle en tierra donde no ay barro ni cieno alguno) moja las alas en el agua y rebuelvese en el polvo, y desta manera haze barro ; y con muchos caminos destos, viene poco à poco à dar fin à su obra. Assi hinche la abeja su colmena de cera y miel, andando de flor en flor cogendo lo uno y lo otro. […]
Debese confiar en el logro de la habilidad, que se apetece, creyendo, que donde hai perseverancia no puede haver imperfeccion, como lo afirma Seneca en estas palabras : Non despero indurato : nihil est quod non impugnet pertinax opera, & intenta, ac diligens cura ; porque assi como la negligencia es madrasta de las virtudes ; logra la diligencia ser madre verdadera de todas ellas. Si alguno imaginare por buen orden de naturaleza, que le acompaña, el poder, sin el regimen de la disciplina, estando dedicado à un continuo ocio, alcanzar las virtudes de las Artes ; y por el contrario en el que tiene imperfeccion nativa, con el cultivo de la enseñanza, no podrà obscurecer sus defectos ; [p. 42] este tal tenga entendido, que yerra, siendo razon sentada, natura absque disciplina est cæca, & absque natura disciplina est imperfecta : por que la cobardia, y pereza en aprender, corrompe las fuerzas, y virtud natural : y la doctrina es emienda, y correccion de el vicio, y torpeza. Lo que en sî contiene facilidad, aun huye de los negligentes. Lo arduo, y dificil, se alcanza con el estudio, y diligencia. De lo referido nos muestra exemplar San Geronymo ; pues siendole preguntado de quien havìa obtenido la ciencia, respondiò : De la fatiga, y experiencia en la practica. Para confirmar esta verdad, dice Lact. Firm. en el 3. de Fal. Relig. Scientia ab ingenio venire non potest, nec cogitatione comprehendi, quia ipse ipso propriam habere scientiam, non est hominis sed Dei. Los Sabios, para enseñarnos, que con el valor de la continua fatiga en el trabajo, se alcanza qualquier cosa, por dificil que sea su empressa, dexaron escritas diversas sentencias, entre las quales hai una en la Georgia de Virgilio, que dice : Labor omnia vincit. Y entre los Griegos à este Proverbio : Dii bona laboribus vedunt. Confia que adonde ay perseverancia, no puede aver imperfeccion, pues no dexa cosa imperfeta ; y lo dize Seneca : Non despero indurato : nihil est quod non impugnet pertinax opera, & intenta ac diligens cura. Que assi como la negligencia es madrasta de las virtudes : assi la diligencia es la verdadera madre de todas ellas. Si alguno piensa, que los que tienen buen natural sin ser disciplinados, y estando todo el dia mano sobre mano, aunque no quieran, seran por fuerça virtuosos ; y los que no tienen buen natural, aunque sean disciplinados y exercitados para la virtud, no podran suplir los defetos de naturaleza : este tal sepa que yerra en gran manera, ò por mejor dezir del todo (siendo mas que verdad que, Natura absque disciplina est cæca ; & absque natura disciplina est imperfecta) porque la pereza y floxedad corrompe las fuerças y virtud natural ; y la doctrina corrige y enmienda el vicio y torpedad. Lo que es facil, huye de los negligentes y perezosos ; y lo muy arduo y difficil, se alcança con cuydado y diligencia. Desto tenemos exemplo de San Geronimo (entre los otros muchos) el qual siendo preguntado de quien avia deprendido la sciencia que sabia ; respondio, de la fatiga y de la experiencia. Para confirmacion desta verdad, dize Lact. Firm. en el 3. de fal. relig. Scientia ab ingenio venire non potest, nec cogitatione comprehendi : quia in se ipso propriam habere scientiam, non est hominis, sed Dei. Los sabios, para enseñarnos el valor de la fatiga, y avisarnos, que en el trabajo se alcança qualquiera cosa por difficil que sea, nos dexaron en escrito diversas sentencias : entre los quales ay Vergilio en la Georgica, que dize : Labor omnia vincit. Entre los Griegos ay esta proverbial sentencia : Dii bona laboribus vendunt : […]
Advierto […]  
[p. 44] Trat. I. Cap. 6. del Arte de Danzar Pedro Cerone, El Melopeo y Maestro (1613) : Lib. I cap. 51
Por haver algunos de ingenio agudo, y otros de malas entrañas, que à las cosas que ven quieren tachar, y las que oyen quieren examinar, hallando para todo contrarias razones, me ha parecido util, y conveniente decir algo, que pertenezca al modo con que el discreto debe juzgar, y hablar de las operaciones agenas ; por lo que es mui de el caso saber, que quando alguno fuere precissado à juzgar, y dàr su dictamen en alguna obra, ò habilidad (porque es comun al vèr alguno, que danza, el preguntar, que tal lo hace) debe responder, con terminos de politica, diciendo condicionalmente : A mi parecer este modo de operar es bueno ò es malo ; dando para ello las [p. 45] razones mas convenientes, en quanto à el Compas, passos, braceo, garvo, &c. segun su comprehension ; y no responder afirmativamente : Esto es singular, ò es malo ; y quando se quisiere enmendar alguna cosa, mas loado serà el que diga : Esto se podrìa hacer, que no absolutamente : Esto estarà mejor ; procurando ante todas cosas oîr el parecer de los demàs, primero que se atajen las razones, que van hablando, con la negativa de no vale nada ? ò por el contrario : porque el un modo nace de humildad, y buena crianza, y el otro de soberbia, y amor proprio en su parecer. No deberà el que quiere acreditarse de prudente, mostrar cosa en descredito de lo que es ; si ha de tenerse por tal. No se alabe de la facultad en que no tenga estudio, si no quiere verse avergonzado ; por cuyo motivo, aquel que no fuere medianamente inteligente, no ocupe su lengua en corregir cosa, que no sabe ; y mas quando la obra, ò habilidad fuere executada por otro mas perito que èl ; porque entonces daria ocasion, para decirle con Oracio :
   Tu nihil in magno doctus reprehendis Homero ?
Porque ay unos hombres de ingenio agudo, y otros de malas entrañas, los quales à todas las composiciones que ven quieren tachar, y todo quanto oyen quieren examinar, y para todo hallan razones contrarias ; bien es que en este capitulo digamos algo cerca de la manera que ha de tener el discreto mancebo en juzgar y hablar de las composiciones agenas. Conviene pues, quando fueres requirido à juzgar alguna composicion, que seas muy avertido à juzgarla con terminos de criança , diziendo condicionalmente, à mi parecer esta obra es buena ò es mala ; y quisiendo emendar algo, mas alabado serà que digas, esto se podria hazer, que esto serà mejor : procurando siempre de oyr lo que dizen los demas, primero que atajes y cortes las razones que van hablando, con la negativa de No vale nada ; porque la una manera es de humildad y de buena criança ; y la otra de sobervia, y de proprio parecer. No deve el prudente mancebo mostrar otra cosa de lo que es, mas devese tener por quien es ; ni se alabe del officio que no sabe, si no quiere caer en verguença : y por esso quien no fuere alomenos mediocre Compositor, no ponga boca en juzgar cosa que no sabe bien : y menos siendo la obra de author famoso y mejor Compositor que el ; por quanto diera occasion de dezirle con Oracio,
   Tu nihil in magno doctus reprehendis Homero ?
No sin causa los juezes Areopagitas no pronunciavan sentencias si no de noche.
Los que juzgaren, han de ser amigos de la [p. 46] verdad, y enemigos de la mentira ; debiendo arreglar su parecer, no por la aficion que tengan à el sugeto ; si por lo recto de la razon, poniendo los ojos en lo que se juzga, y no en las personas : siendo cosa mui comun, y cierta, que amor est odium factum sæpe Judicem non cognoscere verum : y es, que assi como los ojos no vèn las particulas, que estàn inmediatas à ellos ; ni distinguir las cosas mui distantes, por no alcanzarlas con la vista ; de la misma forma las cosas de los intimos amigos, no las vèmos, por estàr con ellos unidos : ni las de los enemigos, por la separacion, que hai ; y esto, porque el amor nos priva del conocimiento de los unos, y el odio nos aparta de los otros ; Los juezes han de ser amigos de la verdad y enemigos de la mentira ; y juzgar, no por afficion si no por razon ; y poner los ojos en las obras que juzgan, y no en las personas que componen : siendo cosa muy experimentada y muy cierta que, Amor & odium faciunt sæpe judicem non cognoscere verum. Y es que assi como los ojos no veen las avenillas, que estan juntos con ellos ; ni las cosas muy distantes, por no alcançar alli con la vista ; y paraque una cosa se vea y se divise bien, ha de haver proporcionada distancia : assi las cosas de los intimos amigos no las vemos, por estar con ellos unidos y conjuntos ; ni las de los enemigos, por estar dellos muy divisos y separados : y esto porque el amor nos ata con los unos, y el odio nos aparta lexos de los otros.
pero acaeciendo tal proporcion en la distancia, que ni amor nos engañe, ni el odio nos detenga ; de este modo juzgarèmos enteramente, dando à cada uno lo correspondiente (que es la igualdad en que consiste la justicia) y assi para discernir, y hacer division de la cosa mayor de la menor, se usa de justa medida : y para apartar lo pesado de lo ligero, de balanza cierta : y para sacar lo mas de lo menos, el verdadero numero. De la misma forma, para, juzgar, difinir, y distinguir la buena de la mala, se necessita usar del juicio de la libre razon ; porque como puede ser pronun[p. 47]ciada una sentencia con libertad, si el juicio padece cautiverio. Mal podrà tener la vara derecha quien tiene torcida la voluntad. Con estas razones se infiere, que no es conveniente la mucha promptitud en votar sobre la difinicion de las obras, de sus amigos, ò enemigos ; porque à veces se suele tomar lo malo por lo bueno ; y assi engañado el juicio, y corrupto el entendimiento, juzga el operar, no segun la verdad, sino siguiendo la passion, que en el amor, ù odio tiene â los que la obran : y assicomo el Pintor, por la prespectiva nos hace parecer las cosas altas, baxas ; ò como quiere, siendo la tabla igual. De el mismo modo nuestro juîcio, inducido de el afecto, ò passion, nos hace juzgar lo bueno, malo ; pero aquel que està de el todo libre de estas passiones, y afectos, dà su dictamen arreglado à la verdad ; y no siguiendo la industria de el amor, ù odio, que tenga al Operario. Algunos hai, que sin premeditar lo que hacen, dicen lo que quieren ; y al instante de propalado su parecer, se arrepienten de haver hablado ligeramente : (y no es esto nuevo) porque aquel que con ligereza juzga, està de arrepentirse mui cerca. No deberà vituperar facilmente lo que viere, ni contradecir luego lo que oyere ; aunque sienta lo contrario ; porque à veces suele suceder [p. 48] el que la tal cosa estarâ buena, y le parecerâ mala, por carecer en aquel tiempo de su verdadera inteligencia : y por esso es conveniente se tarde en distribuir su sentir, sujetandolo à otro mejor. Mas aviendo tal proporcion de distancia, que ni amor nos engañe, ni odio nos estrague, entonces juzgaremos enteramente, dando lo suyo à cada uno, que es la igualdad en que consiste la justicia. Digo pues que assi como para discernir y dividir la cosa mayor de la menor usamos de medida justa, y para discernir la cosa pesada de la ligera usamos de la balança cierta, y para discernir lo mas de lo menos usamos de numero verdadero : assi para juzgar, difinir, y distinguir la mala de la buena, y la buena de la mejor composicion, es necessario usar del juyzio de la razon libre y incorrupta : porque mal puede ser la sentencia libre, si el juyzio esta captivo ; y mal puede tener la varra derecha, quien tiene torcida la voluntad. Con esto vengo à inferir, que no conviene que el hombre sea tan presto en dar su voto à las obras de sus conocidos (amigos ò enemigos que sean) porque muchas vezes se toma lo bueno por lo malo, y lo malo por lo bueno : y assi engañado el juyzio y corrompido el entendimiento, juzga las obras no segun la verdad y realidad dellas, mas segun la afficion del amor ò odio que tiene à los authores. Que assi como el pintor por arte de prospectiva nos haze parecer las cosas altas y baxas y como quiere ; siendo la tabla ygual y lisa : assi el nuestro juyzio, por industria de afficion ò passion, nos haze parecer unas obras buenas y seran malas, y otras malas y seran buenas. Pero el que esta del todo despojado destas passiones y afficiones, juzga segun la verdad ; y no por industria de amor ò de odio que tenga al author de la obra. Algunos ay los quales luego sin pensar mas dizen lo que quieren, y al punto de aver dado su parecer arrepientense de aver juzgado ligeramente ; ni es de espantarse deste arrepentimiento ; porque quien de ligero juzga cerca esta de arrepentirse. No vituperes pues tan facilmente las obras que vees, ni contradigas luego à lo que oyes dezir, aunque sientas lo contrario : porque puede ser que la tal composicion estarà bien, y à ti te parecerà mala, por carecer entonces de su verdadera intelligencia : y por esso conviene seas muy tardo en dezir lo que sientes ; subjetando siempre tu parecer à qualquiera persona, que mejor sintiere ; ò por ventura le parecere mejor lo contrario. […]
Tampoco se debe, por digno que sea de alabanza lo que se viere, ponderarlo con demasiado encarecimiento ; porque entonces seria contraer una obligacion de defenderlo : y serìa echarse sobre sì una carga escusada ; dando motivo con esta ocasion, para verse satyrizado de los otros, ô â lo menos, hacerse digno de algun odio secreto ; pues no se sabe si todos los que oyen son de el proprio dictamen, ò si del contrario ; pero la mayor discrecion estarà en alabar, con moderacion, assi las personas, como las obras agenas ; y baxo de este supuesto, nadie podrà justamente formar quexa de aquel, que este methodo observare ; pues dice Seneca : Lauda parce vitupera parcius nam pariter reprehendenda est nimia laudatio, quam nimia vituperatio illa si quidem adulationes ista malignitate suspecta est. Ni tampoco quando alabas algunas composiciones por buenas que sean, no las alabes con demasiado encarecimiento ; porque te obligas à ser defensor dellas, y echas sobre ti una carga escusada y pesada ; con la qual das occasion de alguna renzilla manifesta ; y quando no, alomenos de algun odio secreto : que no sabes si todos los que te oyen son de tu parecer, ò si te contradiran en lo que alabas. Mas mucha discrecion es alabar assi las personas como las obras agenas con moderacion ; y assi nadie justamente se podrà quexar de ti, ni de tu mala criança, diziendo Seneca ; Lauda parce, vitupera parcius : nam pariter reprehendenda est nimia laudatio, quam nimia vituperatio : illa si quidem adulatione, ista malignitate suspecta est.
[p. 53] Trat. I. Cap. 8. del Arte de Danzar Pedro Cerone, El Melopeo y Maestro (1613) : Lib. I cap. 23
Es indubitable, que si el que pretende aprender esta facultad, no tiene expecial cuidado en el modo de obtenir buen regimen en la execucion de los principios ; saldrà en ella con distintos vicios ; ya sea por culpa de sus Maestros, ya por su propria negligencia, y jamàs podrà ser perfecto perito en la Danza : por lo que me ha parecido conveniente (antes de tratar interiormente de esta facultad) dàr un aviso al dicipulo principiante, para que no padezca algun vicio, ò defecto por inadvertencia, ò porque [p. 54] estos vicios pueden con grande facilidad admitir correccion en sus principios ; porque despues de passado tiempo si toma alguno, es dificil su deposicion ; y en esta inteligencia es necesario dàr algunos avisos, para advertir desde lexos los peligros ; y salir con el reparo antes que llegue el golpe : y como dice el Sabio, preparar la medicina antes de la dolencia : con la advertencia, que no es de menos precision la que nos preserva de la enfermedad, que las que nos causa augmento en la salud ; esto no necessita para su aprobacion de razones, pues el discreto Lector cada dia encontrarà repetidos exemplares, en los Profesores de esta Facultad ; que por ser incautos en los principios, y no premeditar advertidamente los modos, que tomaban en la Danza ; despues les causò (aunque tarde) el sentimiento, en que temprano debian poner remedio. No pierdan de la memoria los Aficionados, que por un clavo se pierde una herradura, y por esta un Caballo : no imiten à algunos, que suelen decir : Esto no es cosa mayor ; sepan estos tales, que : Parbus error in principio, in fine fit maximus. Y que segun el Proverbio Latino : Olla olera facit : tengan assimismo entendido, que aunque desde luego no demuestre todo su veneno el defecto ; con el tiempo llega à descubrirse el [p. 55] daño : el mal introducido uso, presto se pega, y enciendese como seca estopa ; pero las buenas partes tardan à pegarse por la misma conssistencia del sugeto. Los Sabios otorgan, que de un pequeño yerro en el principio, se hace grande en el fin : de un inconveniente son subseguidos muchos ; y de una centella pequeña se hace un grande incendio : Verdaderamente si el mancebo en los principios no tiene cuenta de tomar buena manera, y buenos avisos en el cantar ò tañer que sea : si no que se adiestre en su profession con mil maneras de vicios, agora sea por culpa de sus Maestros agora por su mesma negligencia, no se yo por cierto como podrà este tal salir perfeto Cantor, ò eccelente Tañedor : por lo qual conviene que antes de ponerse en las cosas de adentro, tenga aviso el nuevo dicipulo de no tomar algun vicio (ò por mas propiamente dezir, algun deffeto) por inavertencia ò descuydo. Y porque ay unos vicios que al principio se pueden facilmente desechar ; pero despues de encargado el hombre dellos no los puede echar de si : por esto es menester que demos unos avisos para oler de lexos los peligros, y repararse con tiempo antes que llegue el golpe ; y (como dize el sabio) aparejar la medicina antes de la dolencia : Antes languorem adhibe medicinam : advertiendo que no es menos necessaria la que nos preserva de enfermedades, que la que nos acrescienta la salud. Y esto no es menester provarlo por razones ; pues el discreto lector cadadia hallara muchos exemplos de Cantores, que por ser incautos al principio en no mirar con cuydado las maneras, que tomavan en el canto, despues vinieron à sentir muy tarde, lo que temprano devian remediar. Acuerdense los mancebos, que por un clavo se pierde una herradura, y por una herradura un cavallo. Guardense à aquellos, que suelen dezir, esto no es deffeto : no va mucho en ello, pues no es cosa que se parezca. Sepan estos tales, que ; Parvus error in principio, in fine fit maximus : y que segun el proverbio latino ; Ipsa olla olera facit. Adviertan que aunque no parece luego el deffeto, con el tiempo se descubre el daño : que el mal uso depresto se toma y enciendese como en estopa seca : mas las buenas partes tardan à pegarse porque hallan, como se dize, la leña verde . Mas, les conviene saber que tienen muy cerca la cayda : porque esta claro que el pecado venial es disposicion para el mortal : que un pequeño yerro en el principio, se haze grande en el fin : que de un inconveniente, se siguen muchos : y que de una pequeña centella, se haze gran incendio : […]
el que menosprecia las cosas pequeñas, darà consigo en las grandes ; à imitacion de quando se arroja una piedra en un Pozo, ò Estanque ; esta forma un circulo en el agua, de el procede otro mayor, de este otro mas extenso, y subcesivamente otros : de la misma forma nace de un error, un defecto, de este un vicio, y otros muchos hasta casi infinitos, à los que sino se procura preparar remedio en los principios, se hacen incurables. Facilmente se podrà atajar un Rio en los principîos de sus nacimientos, cegandole las fuentes de donde toma cuerpo, ò echandolas por otra via ; porque si estas se dexan, y los arroyos que de ellas dimanan ; precisamente con la entrada de estos, se harâ tan caudaloso, que fuerza humana no lo podrà gobernar. El que menosprecia las cosas pequeñas, poco à poco yra dar consigo en las grandes. Assi como echando una piedra en un gran pozo se haze un gran circulo en el agua, y del procede otro mayor, y este mayor haze otro mas estendido ; y despues de aquel viene otro y otros cada vez mayores casi in infinito : assi de un error ò deffeto nace otro, y este trae consigo otro mayor, despues de aquel vienen otro muchos, cada vez mayores casi en infinito, si no les atajan luego en el principio. Facil cosa sera atajar luego en el principio à un rio cegandole la fuente donde nace, ò echandole por otra parte : mas despues que en el entran otros y otros arrojos, y con la entrada de muchos rios se haze poderoso y hondo, no ay quien le pueda resistir. […]
En la enfermedad antigua pone el Medico por dificil su curacion, y la reciente es la que mas presto se corrige : el Philosopho expone : Dificile est resistere consuetudini : lo [p. 56] qual afirma San Augustin con estas palabras : Dura est pugna consuetudinem venire : ninguno por inadvertido dexe vencerse de algun defecto ; y aora que es tiempo de abrir los ojos, cada qual piense lo que le puede acontecer, sino esta prevenido ; acordandose del Proverbio : Tempore pacis cogitandum est de belo : quien assi lo executare, darà muestras de prudente, como dice Aristoteles : Prudentia in illis versatur in quibus consilium locum habet. La enfermedad antigua y de muchos años pone en trabajo al medico : y la de pocos dias, es la que mas presto se cura. Y el Philosopho dize ; Difficile est resistere consuetudini : Lo qual aproba Sant Augustin diziendo ; Dura est pugna consuetudinem vincere. y el proverbio va intonando : Nunquam rectum tortile lignum. Nadie pues se dexe vencer por inavertencia de algun defeto, y agora que es tiempo de abrir los ojos, cadauno piense à lo que le puede acontecer sino esta muy advertido, y acuerdense que segun el proverbio ; Tempore pacis cogitandum de bello. Quien esto hiziere darà señas de prudencia ; pues dize Aristoteles ; Prudentia in illis versatur in quibus consilium locum habet : […]

 ↑  Extraits de Don Lazarillo Vizcardi :

[vol. I, p. 3] […] Sin embargo, por cumplir con la moda y no dejar desairada esta obra sin su poco de prólogo, no quiero en él, como hacen otros, engañar á mis lectores ; quiero, mal que me pese, confesarles llana y sinceramente una verdad, y es que ésta, que parece les quiero dar á entender que es una historia, no es tal ; es una fábula, cuyo objeto y fin, ó como la llaman los fabulistas, cuya accion es la instruccion del jóven D. Lazarillo Vizcardi en los principios y orígen de la música en general, y en el buen gusto de sus tres principales ramos, instrumental, teatral y de Iglesia, y el celo y actividad del mismo jóven en proteger á los profesores de mérito y promover el buen gusto, en particular del último de los tres sobredichos ramos de música. Una fábula en que el lector no halle alguna instruccion moral ó científica, es una composicion inútil ; en la instruccion, pues, de Lazarillo, hallarán la suya las personas cultas que, sin haber estudiado ni ejercitar las artes de genio, desean distinguir en ellas los vicios de las perfecciones. Para amenizar este argumento, y porque el prin[p. 4]cipal objeto de esta obra es dar á conocer los vicios, con que primero el abuso del contrapunto corrompió la música eclesiástica, y despues la instrumental y la teatral la han profanado, se ha contraido la accion al concurso de un magisterio de capilla vacante de una Iglesia, cuyo Cabildo ha de conferir por votos el tal magisterio ; y del concurso y de la eleccion resulta un tal contraste de los varios y opuestos modos de pensar de los personajes, que la eleccion de maestro de capilla se reduce á pleito ordinario ante la curia eclesiástica, en cuya sentencia estriba la resolucion de la fábula.
Tiene ésta, como todas las demas fábulas, sus episodios ; y el del maestro de capilla loco, que ha enloquecido cavilando en lo que Cerone y Nassarre enseñan sobre la armonía de los planetas, y sus influjos en los tonos del canto-llano, sobre la virtud medicinal de la música, sobre los cánones enigmáticos, y artificios del contrapunto que se perciben y gustan por los ojos con el entendimiento, y no con el oido, este episodio, digo, que acompaña la accion desde el principio hasta el fin, está tan íntimamente enlazado con la instruccion de Lazarillo, que en él adquiere noticia este jóven de las musicales extravagancias, de que han atestado sus tomos en fólio los dos sobredichos autores, tan acreditados en el vulgo de nuestros músicos y tan manejados de los que se tienen por profundos y macizos maestros de capilla. […]
Parte primera de las investigaciones músicas de D. Lazarillo Vizcardi
[vol. I, p. 42] 2. […] ¿ En qué puedo servir á Vm. ? preguntó Agapito. He preguntado á mosen Juan, respondió Lazarillo, en qué autores podria yo aprender las reglas de contrapunto ; y me ha respondido que él era muy novicio en la profesion y que á mi pregunta nadie mejor que vos podria satisfacer.
3. Agapito, columpiándose y ensanchándose en la silla, entonó magistralmente una disparatada lista de nombres, en gran parte estropeados, que supuso ser de autores que han escrito de contrapunto. Tenemos, dijo, un Cerone, un Nassarre (y al nombrar estos dos se quitó el becoquin, inclinó la cabeza, y prosiguió), un San Agustin, un Petit, un Tápia, un San Ambrosio, un Pitágoras, un Quiron, un Aretino, un Gafurio, un Ciruelo, un Aulo Gelio, un Ciceron, un Salinas, un San Gregorio Magno ó Taumaturgo, un Goucardo, una Margarita, un Moscardon, un papa Juan XXII, un Tintorero, [p. 43] un Aristóteles, un Vizcaíno y otros muchísimos, como más largamente se contiene en el doctísimo y larguísimo catálogo de autores de contrapunto que componian la librería del R. D. Pedro Cerone (se quitó el becoquin, inclinó la cabeza y calló). Atónitos escuchaban los dos oyentes, oyéndole una tan disparatada jerga de nombres ; y Lazarillo le dijo : Supongo que habréis leido todos esos autores. ¿ Y quién jamas ha leido, respondió Agapito, todos los autores que cita ? Para citar doscientos ó trescientos basta leer dos ó tres y citar los que citan ; yo los puedo citar á capazos, porque á capazos los cita mi gran autor D. Pedro Cerone Bergamoto. Bergamoto, dijo Lazarillo, llamamos al peral originario de Bérgamo, ciudad de la Lombardía, el cual nos da aquellas tan dulces y suaves peras, que por esta razon se llaman bergamotas. Y de Bérgamo fué originario, respondió Agapito, el Rmo. Cerone, como se lee en el frontispicio de su gran tomo en fólio, intitulado El Melopeo, embutido de textos latinos, el cual puede con verdad llamarse peral bergamoto, porque los frutos de contrapunto que de él se cogen, en la suavidad y dulzura son otras tantas peras bergamotas ; y no sin razon su autor le intituló Melopeo, por la miel y dulce armonía, que por todas sus hojas destila. Mas si ese peral, dijo Lazarillo, está, como decis, embutido de textos latinos, temo que algunos músicos no podrán hincar el diente en sus peras. ¿ Qué, Vm. imagina, dijo Agapito, que los músicos, que todos los dias rezamos el Breviario, no entendemos el latin ? Tambien lo rezan las monjas, respondió Lazarillo ; y es bien sabido el caso de aquella que cantando en el coro una leccion, en que la palabra tabernaculo estaba dividida entre el fin de una página y el principio de la siguiente, á vuelta de hoja cantó taberna, y al volver de la hoja, dando de hocicos en el resto de la palabra, se paró, y no hallando salida á la dificultad, se encogió de hombros, y meneando la cabeza, como quien sacude un escrúpulo, con pasito vivo y menudo se retiró á su silla, cantando : tu autem Domine mise[p. 44]rere nobis. Ése fué hierro de imprenta, dijo Agapito, y el impresor un malcriado, porque esa palabra no se descuartiza jamas sin peligro próximo de escandalizar á las narices ; y la monja hizo muy bien, que no debia echar en cara á sus compañeras una palabra que huele tan mal. Y si esos músicos que Vm. dice, prosiguió, no entienden los latines de Cerone, mucho ménos entenderán al Dr. Salinas, que todo lo escribe en latin. ¿ Quién es ese doctor ? preguntó Lazarillo : ¿ es algun médico ? Pudiera haberlo sido, respondió Agapito, porque en el canto-llano tenemos remedios para todas las enfermedades. El Dr. Salinas fué catedrático de música con borla y capirote en la Universidad de Salamanca. Será un milagro, dijo Lazarillo, que con borla y capirote haya escrito de la ciencia música sin enredarla. Efectivamente, respondió Agapito, los músicos nos hallamos algo enredados en el latin de Salinas, porque no es latin de breviario. Por esto, y porque quiere sacar la música de los más hondos recovecos de la matemática, de la cual me bastan los pocos números que me dan las distancias armónicas de los planetas, no tengo muy trasteado á este autor.
4. Pero sí mucho en su lugar, á más del peral bergamoto del Rdo. Cerone, la escuela música del P. F. Pablo Nassarre, organista de nacimiento y ciego de profesion. Será al reves, dijo Lazarillo, organista de profesion y ciego de nacimiento. Lipsus langue, respondió Agapito ; y Lazarillo : Otra que tal, lapsus linguæ, querréis decir. Sr. D. Lazarillo, dijo Agapito, hablamos para entendernos ; y cuando Vm. me entiende, lo mismo es lapsus linguæ que lingual lapsus. Estos dias he adquirido otro grueso tomo en fólio del P. Clister. Será Kircher, dijo Lazarillo. Da capo, que dice el capon, respondió Agapito con el lapsus linguæ y lipsus langue. Si Vm. me entiende, lo mismo es Clister que Cristel, que Criste, que Kirie ó Kirie eleison. ¡ Qué tesoro ! fuera de más números de los que hace en un año el banco de San Cárlos, trae puestos en solfa el canto de los pájaros. No he visto aún si trae tambien puesto en [p. 45] solfa el rebuzno del asno, que á mi entender es más armónico que el canto del ruiseñor. Así parece que lo juzgaba tambien, dijo Lazarillo, un célebre maestro de capilla italiano, cuyo nombre sólo me acuerdo que acaba en tini, el cual cuenta ese nuestro capon italiano, que cuando oye rebuznar un asno, se para atento á escucharle, porque dice que es el bajo más natural y perfecto que la naturaleza ha formado. Ese señor maestro Tini, respondió Agapito, es un gran plagiario, porque eso, ducientos años ántes que él naciera ya lo habia dicho yo ; y lo que es más, espero verificar esa verdad con la práctica, lo que no han hecho, no digo ese señor maestro Tiritini, sino ni Pitágoras, ni Ciruelo, ni Ciceron, ni Goncardo, ni Moscardon, ni el papa Juan XXII ; y, lo que no me atrevo á decir sino en secreto de confesion, ni Cerone, ni Nassarre. El P. Nassarre, segun costumbre de nuestros predecesores, copia de ese P. Kirle ó Kirie lo del canto de los pájaros ; y no tengo presente si trae tambien puesto en solfa el rebuzno del asno ; mas lo traiga ó no lo traiga, poco importa, porque siendo ese rebuzno el bajo más perfecto que la naturaleza ha formado, cualquiera contrapuntista de fondo, aunque no lo vea puesto en solfa, lo sabrá entonar. ¿ Y cómo habeis adquirido esos libros ? le preguntó Lazarillo. Del mismo modo que Vm. los suyos, respondió Agapito. Cuando veo en los baratillos algun libro de música, la ama Engracia, que es una santa mujer, nos lo quita de la boca para que yo lo pueda comprar. En la almoneda de aquel que ya habrá dado cuenta á Dios, compré por pocos cuartos ese D. Kirie y algun otro ; y por un real de vellon un grueso lío de música italiana, para quemarlo cuando la ama hiciera la colada. Pero los libros que yo más manejo y hago manejar á mi sobrino Juanito son los dos inexpugnables baluartes de la música de nuestros predecesores, que la defienden contra las asechanzas de los violines y capones italianos, Cerone y Nassarre.
5. Ya que la noche es larga, dijo Lazarillo, ¿ no pudiéramos hacer traer esos dos baluartes, y si mosen Juan lo per[p. 46]mite, recrearnos en algunos de sus capítulos ? Yo, respondió mosen Juan, tendré de ello muchísimo gusto, porque de esos dos célebres autores apénas pude hojear algun capítulo en casa del difunto maestro, ántes de que se los diera á un librero, diciendo que se los quitára de la vista, porque cuando se ponia á componer y se los veia delante, se sentia correr por las venas un frio como de terciana, y un temblor que le hacia caer la pluma de la mano. Sí, dijo Agapito ; temblaba como tiembla el diablo delante de la cruz. Enviarémos un criado que los traiga, dijo Lazarillo. Eso no, respondió Agapito, que el criado temo no vaya á vendérselos al catalan, el cual, sino los ha traido, los comprará á peso de oro para lucirse en las oposiciones, en las cuales no puede ignorar que no se admiten tonadillas de las comediantas de Madrid. Mejor será que el criado diga á mi sobrino Juanito que los traiga. Era Juanito, hijo de una hermana de Agapito, el cual le tenía en su casa para enseñarle la música. Estaba el muchacho entre los quince y diez y seis años de su edad ; era de extraordinaria viveza de ingenio, conocia las sandeces de su tio, y con sus agudas respuestas algunas veces le hacia inquietar ; pero como era de muy buena índole, y el tio sumamente bondadoso, se sufrian y amaban mútuamente. El sobrino hacia como que estudiaba la música bajo la direccion de su tio, de cuyas extravagantes lecciones, llevado de su vivaz ingenio y porque no era aún de prudencia muy madura, hacia á menudo irónica y graciosa burla, y cultivaba su natural talento músico en tocar el violin, en el cual hacia notables progresos, y por el cual era llamado á muchas músicas y academias.
6. Miéntras el criado llevaba á Juanito el sobredicho recado, pidió Lazarillo á Agapito le explicase los fundamentos del contrapunto. Es menester, respondió Agapito, tomar el agua muy de arriba : In principio creavit Deus cœlum et terram. Poco á poco, le interrumpió Lazarillo, dejad andar esos latines, que á vos os rompen el hilo del discurso, y á mí la cabeza. Queria hacerle gustar á Vm., respondió Agapito, el remontado [p. 47] estilo del gran Cerone. Crió, pues, Dios el cielo y la tierra, y pusó en aquél el sol, la luna, los planetas y las estrellas en distancias perfectamente armónicas, para que con sus movimientos produjeran la más perfecta armonía, la cual algunos discípulos de Pitágoras se dice que salian al campo á oirlas en las noches más quietas, cuales son las más frias y serenas de invierno. Juval, al ruido de los martillos de la fragua de su hermano Tuval-Cain, recogió en el yunque aquella celestial armonía, la cual de aquel yunque pasó al arpa de David, del arpa de David á la Sinagoga, y de la Sinagoga, por tradicion apostólica, á los tonos del canto-llano. Pero hablemos claro, Sr. D. Lazarillo, no es la miel… lipsus langue, nos entendemos. Si Vm. no quema los papeles de esa música energúmena que se toca con el violin, Vm. no comprenderá jamas las sublimes reglas de las fugas, cánones enigmáticos, contrapuntos dobles á la octava, á la novena, á la decena y docena, y demas primores de la música de fondo. ¿ Esos papeles, preguntó Lazarillo, no pudieran por lo ménos servir para conocer los errores ? Eso es otra cosa, respondió Agapito, conviene conocer los errores para guardarse de ellos ; pues, como dice el filósofo : Errando errando disponitur error. Pues á ese fin, dijo Lazarillo, tengo puestos en borrador, ó como dice el capon Longínos, en partitura, algunos de esos papeles, y tirando de la papelera extendió sobre la mesa un cuarteto de Haydn. Se calzó Agapito los anteojos, y puéstose á examinarlo, á pocos compases dió sobre él una fuerte palmada. ¿ Qué es eso, mosen Agapito, habeis cogido alguna mosca ? le dijo Lazarillo. ¿ Mosca ? respondió aquél, un moscon, dos quintas. Prosiguió su exámen, y á poco rato otro porrazo. ¿ Otro moscon ? le preguntó Lazarillo. ¿ Moscon ? respondió Agapito ; un sapo, una culebra, un salto de séptima. No tardó á dar otro porrazo con el puño cerrado sobre el papel. ¿ Y ésa es culebra ó sapo ? le preguntó Lazarillo. Es el diablo, respondió Agapito, que se lleve estos papeles ; un mi contra fa ; y de un empujon los echó por tierra, diciendo : Vm. los [p. 48] queme, Sr. D. Lazarillo, si no quiere que el sol, la luna y los planetas, si los ven, lluevan rayos sobre su casa.
[vol. I, p. 48] 1. Estaban los dos oyentes para reventar de la risa, cuando entró Juanito cargado con tres tomos en fólio, dos de Nassarre y uno de Cerone, diciendo : ¡ Válame Dios qué plomos ! ha estado en un tris que no los he echado en el albañal de la plaza. Calla, atrevidillo, que me tienes apurado con tus bachillerías, le gritó Agapito. Mas, señor tio, respondió el sobrino, si me han molido los huesos. Véte de aquí, le volvió á gritar el tio, que no quiero que escandalices á estos señores. Véte á casa, y acaba aquel contrapunto á la novena. ¿ De San Blas, ó de la Vírgen ? preguntó Juanito cuando ya estaba á la puerta ; y el tio corrió con la mano en alto á darle la respuesta con un mojicon, pero no llegó á tiempo.
2. Echó mano Lazarillo del tomo de Cerone, mucho más pesado que los dos juntos de Nassarre ; y abriéndolo, leyó en el frontispicio El Melopeo y Maestro, y dijo : La traduccion del griego al castellano es literal, Melopeo quiere decir Maestro ; y es bien que se sepa que Zancas Largas fué Melopeo de leer y escribir. Pero en un segundo título nos declara el magisterio de ese Melopeo, y prosiguió leyendo : Tratado de música teórica y práctica, compuesto por el Rmo. D. Pedro Cerone de Bérgamo ; esto es, dijo Lazarillo : Peral bergamoto de música teórica y práctica, plantado por el Rdo. D. Pedro Cerone de Bérgamo, músico de la real capilla de Nápoles. En Nápoles, por Juan Bautista Gargano y Lucrecio Lucci, impreso en el año 1613. ¡ Rara combinacion ! dijo Lazarillo : en ese mismo año de 1613 se imprimió en Madrid la segunda parte del Melopeo ó maestro de la caballería andante, y en Nápoles el Don Quijote de la música. En efecto, dijo Agapito, Cerone se propuso desfacer los tuertos y [p. 49] vengar los agravios que los malandrines músicos extranjeros estaban haciendo á la música. Otro más extraño fenómeno observo yo, dijo mosen Juan, y es que un músico italiano domiciliado en Nápoles, y que no creo hubiese estado jamas en España, escribiese en español un tratado de música. Habrá sido, respondió Lazarillo, porque Nápoles estaba entónces bajo el dominio de España, y el español era allá el lenguaje de córte. Perdone Vm., Sr. D. Lazarillo, dijo Agapito, que los músicos sinceros, enteros y verdaderos, cual fué Cerone, no son aduladores ni mentirosos y no saben hablar el lenguaje de córte. La razon de lo que dice mosen Juan es porque viendo Cerone que los músicos italianos, hombres profanos, y, á excepcion de los capones, con mujer é hijos, profanaban la majestad de la música con flores y perifollos, se revistió de la gravedad española, como se ve en su reverendo retrato, la cual entónces reinaba en Nápoles, y con remontado estilo y muchos latines escribió para los músicos españoles, que rezamos el breviario y no estudiamos sino la música sustancial y de fondo. Miéntras así decia Agapito, Lazarillo, vueltas dos ó tres hojas, se detuvo á contemplar el reverendo retrato de Cerone, que realmente parece un jurado en dia de procesion. Vanle haciendo córte quince poesías latinas, tres castellanas y cuatro italianas (compuestas sin duda é impresas sin licencia del autor) ; pero sin el título que las comprendiera todas : Musarum otium, esto es, las Musas napolitanas no tenian otra cosa que hacer.
3. En zaga de este carromato de musas, sigue el autor con un apóstrofe : Á los amantes de la brevedad, para curarse en sana salud y responder á los que le pudieran criticar de haber escrito un tan grueso tomo en fólio, en materias que, purgadas de fábulas y sandeces, caben en el tamaño de un Lunario. El apóstrofe comienza así : « Voy imaginando que una de las causas por que en España florece muy poco la música, es porque sus escritores laconice scribunt » ; esto es, dijo Lazarillo, no escriben tomos en fólio ; y para remediar á este daño, [p. 50] les envia Cerone desde Nápoles un colosal Melopeo. Y teneis razon, mosen Agapito, al primer tapon… nos entendemos, á la primera línea ya nos recrea con su estilo hermafrodita, medio latin y medio castellano. Mas ¿ cómo compondrémos estos trebejos ? Vos decis que en España se cultiva la música sustancial y de fondo, y Cerone dice que en España florece muy poco la música. Y yo digo, respondió Agapito, que me maravillo de que un jóven con tantas letras como el Sr. D. Lazarillo confunda las flores con los frutos. La música que plantaron y cultivaron nuestros predecesores, dice bien Cerone, que no florece, porque no da de sí flores y perifollos para engalanar el canto de capones y mujeres, sino frutos maduros y sustanciales, nacidos del macizo tronco del canto-llano. Y no entiendo por qué Vm. por aquel laconice scribunt, entiende que los escritores españoles de música no escriben tomos en fólio, confieso mi pecado, que he tenido que consultar algunos de esos latines de Cerone con el maestro Zancadilla, que tiene abierta escuela de gramática en el Callejon de los Porros, y ese laconice scribunt, me dijo que queria decir que los escritores españoles de música escriben en un cierto estilo griego. Y no dijo mal, dijo Lazarillo, porque el Dr. Salinas, como vos mismo nos dijisteis, escribió en un tal latin, que para los músicos sustanciales y de fondo es griego. Concluido el apóstrofe, vuelven las musas á sacar la cabeza en tres epigramas latinos, ó por mejor decir, griegos. El primero, de un tal Cerasinelli, contra los envidiosos de Cerone (los cuales á estas horas, por lo ménos en Italia, deben de haber muerto todos). El segundo, de un tal Fontanella, diciendo que para aprender los cánticos celestiales basta estudiar á Cerone. Y en verdad, dijo Lazarillo, no será tiempo perdido emplear toda la vida, si es que basta, en estudiar un tan grueso tomo en fólio, si en él se aprenden los cánticos que se han de cantar por toda la eternidad. El tercero, en persona del mismo Cerone, diciendo á su libro que si alguno le muerde ó moteja, porque todo lo que dice estaba ya dicho, [p. 51] le responda : ¿ y los demas escritores qué hacen ? Mal de muchos…, dijo Lazarillo, lipsus langue, nos entendemos ; y mosen Juan añadió : Pecado confesado medio perdonado.
4. Vió Lazarillo puestas en el libro algunas señales, y juzgando que estuviesen puestas á los capítulos que más habian trastornado la fantasía de Agapito, abrió por una de ellas que estaba al capítulo último del libro II, y dió con un catálogo de ciento treinta y cinco autores de música, de los cuales Agapito apénas habia podido tomar de memoria veintitres, y áun ésos, estropeados sus nombres ; ordenados con aquel mismo órden alfabético y cronológico, con que los habia referido Agapito, saltando de un autor á otro siglos adelante y siglos atras. Inmediatamente despues de Salinas vienen San Gregorio Magno y San Gregorio Taumaturgo, que Agapito, por ser español y más lacónico, de los dos hizo uno, diciendo : San Gregorio Magno ó Taumaturgo. Detras de muchos autores frailes viene en procesion M. Tulio Ciceron, y despues de otros muchos, unos canónigos, otros arcedianos, otros frailes, otros papas, comparece el Preste Juan de las Indias Pitágoras, del cual no sabemos que dejase escrita una sola línea en ninguna materia. ¿ Y en qué biblioteca hallarémos el tratado que en este catálogo se le atribuye á Ciceron, de las especies é intervalos músicos ? Lo más importante es el uso que quiere Cerone se haga de este catálogo. « Bien sé yo, dice, que á muchos les parecerá breve este tratado. » ¡ Breve, dijo Lazarillo, un tratado de contrapunto de 1.160 páginas en fólio, de medianísimo carácter ! Sólo pudiera haber parecido breve á Matusalem, que despues de haber gastado ciento ó ducientos años en estudiarlo, le quedaban otros ochocientos ó setecientos para ponerlo en práctica. « Aunque, por otra parte considero, prosigue Cerone, les parecerá á otros muy largo. » (Firmo con éstos, dijo Lazarillo.) « Para estos tales daré el presente consejo, y es, para que no se cansen en él, dejen de leer todo aquello que les pareciere largo y prolijo. » Mas, ¿ cómo puede parecer largo y prolijo, dijo La[p. 52]zarillo, lo que se deje de leer ? Si Cerone hubiera sido español, y por consiguiente, más lacónico, hubiera omitido las cinco ó seis últimas palabras del antecedente período, y dicho solamente : Para que no se cansen en él, lo dejarán de leer todo. « Y á los que tan sedientos fueren, prosigue, de saber más cosas de las que aquí van dichas y declaradas, podrán estos tales buscar, y despues de buscados (aunque no los hallen, añadió Lazarillo), leer los infrascritos escritores. » Aquí otra vez de Matusalem ; despues de quedar entripado de un tan grueso tomo en fólio, buscar, y buscados (aunque no se hallen), leer ciento treinta y cinco autores de música. Se ve que la Real capilla de Nápoles daba muy poco que hacer al reverendo Cerone.
5. Iba Lazarillo comentando á Cerone en voz baja, de modo que sólo le entendiera por lo claro mosen Juan, que tenía junto á sí, y no Agapito, que estaba dos ó tres sillas más allá ; que si Agapito hubiera oido por lo claro un tal comento, le hubieran oido los sordos. Y abriendo Lazarillo por otra señal que estaba al cap. XII del lib. II, leyó su título, que es : De la armonía celestial. Hé aquí, dijo Lazarillo á mosen Juan en voz baja, el manantial de los desvaríos del amigo. En él, con diez textos latinos de varios autores, prueba Cerone que los cielos moviéndose hacen un muy armonioso y dulce ruido. En el estilo hermafrodita de Cerone, dijo Lazarillo, al título de este capítulo debiera haberse añadido : Velut ægri somnia finguntur species. No contento Cerone con los dichos diez irrefragables testimonios, que por ser latinos no convencerán á todos los músicos, confirma su proposicion con tres sonetos castellanos, el uno de Jerónimo de Lomas, el otro de Lope de Vega, y el tercero de Sancho de Rueda ; efectivamente, para confirmar fábulas, los poetas y comediantes son los autores más clásicos. Pero una verdad de tanta importancia pedia ser calafateada con la razon ; y así Cerone la demuestra con uno de aquellos silogismos, que los lógicos llaman en Darii, el cual, puesto en castellano lacónico, es éste : « Los cuerpos que cerca de nos[p. 53]otros se mueven, causan ruido, si son grandes y con ligereza movidos ; es así que los cuerpos celestes son grandes y con velocidad movidos, luego causan ruido ; y segun su grandeza y velocidad será el tal ruido muy grande y su armonía muy dulce. » El argumento, dijo Lazarillo, no tiene réplica ; porque saben muy bien los soldados la dulce armonía que causan las balas de á veinte y cuatro, porque son grandes y con mucha velocidad movidas. ¡ Qué lástima que nosotros no podamos oir una tan dulce y celestial armonía ! ¿ No podamos oir ? dijo Agapito ; ésa, Sr. D. Lazarillo, es harina de otro costal. Vea Vm. lo que dice Cerone en el siguiente capítulo. Lo registró Lazarillo, y vió que decia que nosotros no podemos oir la armonía de los cielos, porque si la oyéramos, corrompiera y destruyera los oidos humanos. Mas perdone el señor D. Pedro, dijo Lazarillo, que su razon no me cuadra, porque por ella las balas no debieran tocar á los enemigos, porque si les tocáran, corrompieran y destruyeran los cuerpos humanos. Dice Vm. muy bien, respondió Agapito ; y me alegro que Vm. no tenga por conveniente la razon de Cerone, como á mí tampoco me persuade la del P. Nassarre, el cual dice que nosotros no oimos la armonía de los cielos, porque nos lo impide el pecado original. Y no se maraville Vm. de oirme dificultar sobre las razones de Cerone y Nassarre, que esto entre grandes maestros es lícito. Por lo demas, sobre si nosotros, bien bautizados y limpios del pecado original, podemos oir ó no la armonía de los planetas, hablarémos en mejor ocasion. Abisus abisum invocat, dijo Lazarillo en voz baja, una locura trae á otra ; y en voz alta : vamos adelante.
6. Abrió Lazarillo por otra señal que estaba hácia el fin del tomo, y á la página 1.129 se le presentó un tablero de ajedrez, y dijo : hé aquí por qué los músicos estudian poco. ¿ Cómo han de estudiar si sus maestros les enseñan á jugar ? No es ese juego de niños, dijo Agapito. Lo sé, respondió Lazarillo, que el juego del ajedrez pide más ingenio y estudio que el contrapunto. Vuelva Vm., dijo Agapito, hojas ade[p. 54]lante y hojas atras. Hízolo así Lazarillo, y vió pintadas en diversas llanas várias figuras, una cruz, un laberinto, tres dados, una esfera, una mano, un elefante, una balanza, dos sierpes enroscadas, un sol eclipsado, y dijo : ya lo veo, no es el ajedrez el juego que los maestros de fondo enseñan á sus discípulos ; mas, caro mosen Agapito, yo mañana voy á delatar á la Inquisicion á Cerone, porque, segun veo por esas figuras, enseña á los músicos á jugar al biribís, que es un juego prohibido. Se mordia Agapito los labios por no soltar la maldita ; mas por el respeto que profesaba á Lazarillo, sólo dijo : ¡ Qué paciencia ha menester un maestro que en el estudio de la música ha perdido la salud y algo más, con estos jovencitos que tocan el violin ! Lea Vm. el título de ese libro ; lo registró Lazarillo, y vió que decia así : Libro veintedoceno, en el cual se ponen algunos enigmas musicales para sutilizar el ingenio de los estudiosos. Perdonad, mosen Agapito, dijo Lazarillo, si he hecho un juicio temerario ; porque en vista de aquellos sutilísimos silogismos con que Cerone prueba que los cielos hacen ruido áun cuando no truena, debia haber conjeturado que no podia faltar en esta obra un libro de sutilezas. Trata en él Cerone, dijo Agapito, de los cánones enigmáticos, materia de las más sublimes de la música de fondo. Y para que Vm. vea cómo se fabrican estos enigmas, registre el primero, que es el del sol eclipsado. Lo tengo á la vista, respondió Lazarillo, y veo que atraviesa al sol eclipsado el texto de Isaías : Obscuratus est sol in ortu suo. El enigma, pues, consiste, dijo Agapito, en adivinar por el texto de Isaías y el sol eclipsado que las notas blancas sol se han de tener por eclipsadas ó negras, y que, por consiguiente, dice Cerone que se les ha de quitar la cuarta parte de su valor (hubiera mejor dicho la mitad). Enigma, á la verdad, sutilísimo, dijo Lazarillo ; pero si el músico no entiende el latin de Isaías no dará jamas en el hito. No lo entenderán, respondió Agapito, los músicos italianos con mujer é hijos ; pero lo entenderémos los músicos que todos los años en Semana Santa leemos las lamentaciones [p. 55] de Isaías. Por Dios, mosen Agapito, le dijo Lazarillo, no levanteis falsos testimonios á los profetas, que las lamentaciones de Semana Santa son de Jeremías. Como los dos acaban en ías, respondió Agapito, me ha sucedido lo mismo que á Vm. con aquel célebre maestro Tini. Y ese enigma del sol eclipsado es papilla de niños ; á los otros te quiero, de la cruz, de los dados, del laberinto, del elefante, de las sierpes y otros muchos que se pueden inventar, del perro, del raton, del gato, del asno, como yo… no digo más, hablarémos á su tiempo.
7. Por lo ménos, dijo Lazarillo, quitadme aquel mi temerario escrúpulo del juego de ajedrez. ¿ Qué enigma es ése ? Eso es mucho pedir, respondió Agapito. Regístrelo Vm. Lo registró Lazarillo, y vió que al tal tablero atravesaba el texto quod appositum est et apponetur, per verbum Dei benedicetur ; y dijo : Pardiez, que me vuelve á picar el escrúpulo del biribís, porque parece que el texto dice que echará Dios su bendicion á la figura que he puesto y á la que pondré. ¡ Ah violin, violin, exclamó Agapito, quién te pudiera haber á las manos para quemarte ! Lea Vm. lo que Cerone dice sobre ese cánon. Leyó Lazarrillo, y vió que decia así : « Hay un cánon muy antiguo, que ha sido compuesto por un Ghiselino Dankerts, el cual, por lo que entiendo, fué de nacion todesco, y uno de los principales músicos en aquellas tierras en su tiempo. Este cánon que digo, está compartido en un tablero de ajedrez, en la manera y con el letrero que somos por ver en la plana que se sigue. » Por decir verdad, no sé yo de cierto cómo se haya de cantar ese cánon. Lazarillo, novicio aún en la erudicion música, no pudo notar que Cerone habla de Ghiselino Dankerts como pudiera hablar del músico Tigelino de Horacio ; esto es, como de un músico antiquísimo respecto á él, pues dice que su cánon del tablero de ajedrez era muy antiguo, y que el tal músico, por lo que oia decir, fué de nacion todesco (si hubiera escrito en español, hubiera dicho aleman), y uno de los principales músicos en aquellas tierras en su tiempo (esto es, en tiempo de la Cava ó del rey Wamba), el cual, en tiempo [p. 56] de Cerone, sólo era conocido en la Real capilla de Nápoles por el cánon del tablero de ajedrez. Y el caso es que Ghiselino Dankerts, fué tan próximo á los tiempos de Cerone, que Cerone era músico de la Real capilla de Nápoles á fines del siglo XVI, y Ghiselino Dankerts fué músico de la capilla pon[ti]ficia á fines del siglo XV, en el pontificado de Sixto IV, ó poco ántes, como se puede ver en el catálogo de los músicos pontificios de D. Andres Adami ; y se dió á conocer, no en aquellas remotas tierras de la todesquería, sino en Italia ; y no por el tablero de ajedrez, sino por sus madrigales. Esto prueba que Cerone estaba tan bien informado de los músicos que florecieron en su misma Italia en los tiempos á él vecinos, y de sus obras, como de los tratados de música de Ciceron, de Aulo Gelio, San Gregorio Taumaturgo y otros que nos manda buscar, y buscados (aunque no se puedan hallar), leerlos.
8. Como Lazarillo no estaba informado de estas circunstancias de Ghiselino Dankerts, solo dijo : y si Cerone con su sutilísimo ingenio no entendió ese cánon del tablero de ajedrez, pedirémos al diablo que nos diga sobre qué figuras del biribís recae la bendicion de Dios ; y prosiguió diciendo : El mayordomo de una fiesta molestaba á un poeta para que le compusiera un romance mudo con que engalanar las paredes de su fiesta ; el poeta, aunque enemigo de estas difíciles bagatelas, por complacer á su mayordomo, en cuatro líneas, como que eran las de una copla, hizo pintar las primeras figuras que le saltaron al caletre, un mono, unas tijeras, una jeringa, un sacristan, etc. ; colgado este papelon en la calle de la fiesta, el poeta se puso á la capa, viendo cómo los bobos se devanaban los sesos por leer un romance tan mudo, que no decia nada. Quién sabe que ese principal todesco con ese cánon no se tomára igual pasatiempo con los Cerones de aquellas remotas tierras. Esa malicia, respondió Agapito, no cabe sino en los poetas que son medio locos. Y los poetas dicen, replicó Lazarillo, que los músicos lo son por entero ; pero la verdad está en su punto en aquel texto : De poeta, de músico [p. 57] y de loco, todos tenemos un poco. Vuestra merced, respondió Agapito, tendrá cuantos pocos quiera ; mas yo no tengo ni cara, ni ojos, ni lengua maldiciente de poeta. Sobre lo demas del texto, dijo Lazarillo, consultarémos á Juanito. No dejaba de darle algun barrunto á Agapito de que Lazarillo le chuleaba ; pero parte por respeto, parte porque no entendia por lo claro las pullas, tragaba saliva ; y dió lugar á que se continuase el registro de Cerone y de Nassarre en la forma que dirá el siguiente capítulo.
[vol. I, p. 57] 1. ¿ Y no teneis registrados, preguntó Lazarillo á Agapito, los capítulos en que Cerone trata de los contrapuntos artificiosos ? Esos capítulos, respondió Agapito, los tengo registrados en mi cabeza. En el libro que Cerone llama deceno, cuyo título es de los contrapuntos artificiosos y doctos, hallará Vm. explicados los trocados y contrapuntos dobles á la octava, á la decena y á la docena, puesto el canto-llano encima, abajo, en medio, por delante y por detras. El libro catorceno trata de los cánones, fugas y otros contrapuntos de mucho primor y arte. Mas, Sr. D. Lazarillo, hablemos claro, yo no soy amigo de adular ; esas músicas que se tocan con el violin y por esos teatros y academias, son, á la verdad, graciosas, son agradables, dulces y suaves ; pero pican la concupiscible, y son otras tantas tentaciones contra la pureza de la música. Segun eso, dijo Lazarillo, habrémos de echar al fuego aquel peral bergamoto que plantó Cerone, del cual se cogen contrapuntos que en la suavidad y dulzura no ceden á las peras bergamotas. Ése, señor D. Lazarillo, respondió Agapito, es el lenguaje de los músicos sensuales con mujer é hijos ; los músicos doctos y contemplativos hallan la sublime y refinada suavidad de esas peras, en ciertos tejidos de voces, en ciertas entradas y salidas, [p. 58] en ciertas vueltas y revueltas que, aunque no deleiten al material oido ni éste las perciba, sin embargo, cuando se ven con los ojos, y se consideran con el entendimiento, admiran, sorprenden, arrebatan y llenan el alma de celestial dulzura. ¡ Amorosa Providencia de Dios, exclamó Lazarillo, que ha reservado la más sublime y primorosa música para consuelo de los sordos ! los cuales, aunque no puedan oirla ni percibirla con el oido, la pueden gustar con los ojos y admirar con el entendimiento. Efectivamente, dijo Agapito, yo he conocido un sordo de profesion. Esto es, le interrumpió Lazarillo, que hacia el sordo cuando le tenía cuenta. Quiero decir, respondió Agapito, un sordo de mi profesion, un músico sordo, el cual pasaba los dias enteros registrando y contemplando los contrapuntos de Phinot, Vuet, Crequillon y otros ; y sobre todo, decia que se deleitaba á menudo con los cien contrapuntos del cordobes D. Fernando de las Infantas ; esto es, cien contrapuntos contra un mismo canto-llano. ¿ Ciento contra uno ? exclamó Lazarillo. ¡ Pobre canto-llano ! Me explico, respondió Agapito : un mismo canto-llano puesto sobre cien diversos contrapuntos, y con todos hace buena armonía, sobre todos sienta bien. Grandes posaderas debe de tener ese canto-llano, dijo Lazarillo ; y Agapito : no sobre todos juntos, sino uno despues de otro. Eso no tiene gracia, respondió Lazarillo : yo tambien me siento en cien sillas, en una despues de otra.
2. Una se le iba y otra se le venía á Agapito, por soltar la maldita ; mas por entónces se contuvo, contentándose con decir : El Sr. D. Lazarillo siempre está de buen humor ; y prosiguió diciendo : Tengo ahí registrado el cap. XXXIII del lib. I, para darle á entender al picarillo de mi sobrino con qué fin ha de estudiar el contrapunto ; yo le quiero mucho, porque tiene buenas entrañas y buen talento, y quisiera que saliera otro Cerone. Le permití tocar el violin para entretener los ratos de ócio, y ganar para zapatos y barba cuando la tenga ; pero el bribonzuelo, con tocar por esas academias, y metien[p. 59]do, á hurtadillas de mí, la nariz en el teatro, va tomando gusto á la música sensual, y no hay forma de hacerle aplicar de véras á la de fondo, y me parece (es una pura sospecha) que cuando le explico la armonía de los planetas y las admirables propiedades del canto-llano, allá, bajo capote, se rie ; ¡ pobrecito de él si me llego á certificar ! Con ménos de ocho dias á pan y agua, como me aconseja la ama, no se sale. Lea Vm. ese capítulo. Lazarillo, habiéndolo registrado, es muy largo, dijo, y se hace tarde. Basta leer, respondió Agapito, desde donde dice : Pedro Vincio y Marco Antonio Ingiñero. Iba Lazarillo á leer, cuando mosen Juan echó mano al libro, diciendo : Dividamos la fatiga. El leer estas divinidades, respondió Lazarillo, recrea más que fatiga. Echó tambien su mano Agapito diciendo : Gaudeatur tertius. Tiraba cada cual por su parte, y hubieran hecho pedazos el tomo, si no hubiera sido tan mazorral y pesado. Venció, por fin, mosen Juan, y leyó : « Pedro Vincio y Marco Antonio lngiñero, han sido los primeros que se señalaron en las diversidades de los contrapuntos ; es á saber, doblados, revueltos, contrarios, á la decena, á la docena, y en todas las maneras de contrapuntos ó composiciones que hoy dia en Italia se usan ; de los cuales se puede casi decir que éstos fueron los inventores. Y noten que la música ordenada con tales contrapuntos no es á satisfaccion de todas las personas, sino solamente á los de la profesion, á gente de muy buen juicio y de grande ingenio, y no á la gente comun y nueva en la música ; ni tampoco es acepta al simple cantor, por no tener aquella dulzura y suavidad que los oidos sin arte desean ; y es que el gusto de ella consiste en el artificio de las partes, y no en la suavidad de las voces ; está en el concierto de los contrapuntos, y no en la suavidad de las consonancias ; y por ende, el verdadero juez de ella ha de ser el entendimiento artificioso del perfecto músico, y no el simple oido de cualquiera persona. » Basta, dijo Lazarillo, basta, que Cerone con su remontado estilo no nos dice ni más ni ménos de lo que con [p. 60] ménos y más castellanas palabras nos ha dicho mosen Agapito ; esto es, que la música artificiosa y de fondo, aunque por faltarle la suavidad de las consonancias arañe los oidos, ha sido, no obstante, destinada por Dios para que recree á los sordos por los ojos ; y la sensual, dulce y agradable, para que deleite á los ciegos por el oido.
3. Estos dos tomos de Nassarre, prosiguió Lazarillo, son, juntos, ménos pesados que el solo de Cerone ; y así debe de ser, habiéndolos escrito en España un español. El frontispicio del primer tomo dice así : Escuela música, segun la práctica moderna, dividida en primera y segunda parte. Su autor, el padre Fr. Pablo Nassarre, organista del Real convento de San Francisco de Zaragoza. Por los herederos de Diego de Larumbe, año 1724. En ese tiempo, dijo mosen Juan, oigo decir que la escuela de Cerone estaba ya corrompida en Nápoles. Pero no en España, respondió Agapito con desenfado. Nassarre, paso por paso, pone el pié sobre las huellas de Cerone, y nos preserva de la corrupcion napolitana. Léase por la señal que tengo puesta al cap. XIII del lib. III de la segunda parte. Tomó mosen Juan el segundo tomo, y en el lugar señalado por Agapito leyó : « En las composiciones de nuestros predecesores músicos españoles, segun las obras que nos dejaron, se ven claramente las muchas ventajas que en todos tiempos han llevado á los italianos y de otras naciones, así en lo primoroso como en lo sonoro. » (Esto es, dijo Lazarillo entre dientes, en el ruido.) « Consta (prosigue Nassarre) de sus mismas obras, pues en cuanto al primor adelantaron tanto el arte los nuestros, que parece nos dejaron cerradas las puertas de el discurso, á los de estos tiempos, para mayores adelantamientos, aunque ceñidos con muchas reglas, dirigidas todas á la mayor sonoridad y más perfecta armonía. Sin duda los músicos extranjeros no tuvieron tanta cuenta con esto, pues en tanta variedad de obras, así italianas como de otras naciones, que llegan á la nuestra, se ve usar de las disonancias con tal desórden y desconcierto, [p. 61] que da que discurrir, si el trocarse la música del país es lo mismo que trocar las consonancias en disonancias, ó si juzga la razon lo que percibe el oido por más sonoro allá que acá. » Quién sabe, dijo Lazarillo, que los terremotos, á los cuales están muy sujetos los italianos, no les hayan desbaratado el órgano del oido para tener en Italia por consonancias las que en España son disonancias. Agapito, algo abotagado ya de las chuladas de Lazarillo, dijo enardecido : No, no les han desbaratado los terremotos el órgano del oido, porque saben muy bien componer músicas sensuales y agradables al oido ; los violines con sus músicas energúmenas, y las mujeres y capones con sus sainetes y tonadillas, les han desbaratado el órgano del entendimiento, para que no puedan gustar con él de la música artificiosa y de fondo.
4. Temió Lazarillo no saliera Agapito de sus casillas, y para sosegarle le dijo : No os altereis, mosen Agapito, que Nassarre tiene muchísima razon. Veo aquí en el primer tomo una señal puesta muy al principio ; abrió por ella y leyó : Capítulo II del lib. I, de la invencion de la música y sus proporciones, y de la etimología de este nombre música. Yo, como ya dije, respondió Agapito, no tengo necesidad de esas señales, porque tengo bien mascados y digeridos á Cerone y á Nassarre. ¿ Mascados y digeridos, dijo Lazarillo, dos hombrones tan de tomo y lomo, y no os han causado una indigestion ? Mosen Juan, temiendo no volviese Agapito á inquietarse, se adelantó á responder, diciendo : Se ve, Sr. D. Lazarillo, que Vm. con toda su erudicion, no ha tomado un baño de medicina. Si los ha digerido, ¿ cómo han podido causarle indigestion ? Bravo, bravo, mosen Juan, dijo Agapito ; ahora conozco que no fuisteis discípulo de aquél… de aquél… no me quiero acordar ; ya estará purgando las dos quintas y la carcajada. Tengo puestas esas señales, como ya dije, para el picarillo de mi sobrino, que quiero que aprenda de memoria los capítulos señalados ; pero él, enamorado de su violon, apénas me trae estudiada una línea al dia. La ama me riñe porque no le [p. 62] pongo á pan y agua ; y no lo dice por ahorrar la comida, porque es muy manirrota, sino por su bien. Ella tiene razon ; pero el muchacho me hace lástima, porque es muy vivo y gracioso ; y á las veces, miéntras le estoy riñendo por sus bachillerías, me da tales respuestas, que me he de morder los labios por no reir. En ese capítulo trata Nassarre la gran cuestion de si el inventor de la música fué Pitágoras ó Jubal, hermano de Tubal-Cain. Yo estoy con Nassarre por Tubal-Cain y su hermano, porque así creo que lo dice el Evangelio, y yo soy cristiano viejo y le sigo á piés juntillas. Otra señal hay al cap. IV del mismo libro. Lo registró Lazarillo, y vió que su título era : De la primera parte de la música, que es la que hacen los cielos, y como la que usamos es por influjo de aquélla. Mas si nosotros, dijo Lazarillo, no oimos la música que hacen los cielos, ¿ cómo puede ésta influir en la nuestra ? Señor D. Lazarillo, respondió Agapito acalorado de nuevo, no me venga Vm. con dudas y jeroglíficos. El P. Nassarre dice que nosotros no oimos la música que hacen los cielos, por causa del pecado original ; mas sobre esto me la entenderé yo con el P. Nassarre. La música que hacen los cielos, la oigamos ó no la oigamos, influye en la nuestra por medio de la fragua de Tubal-Cain, de donde la recogió su hermano Jubal. Y chiton, que en la música Salinas fué el último que tomó el grado de bachiller.
5. Lea Vm., prosiguió, el título del capítulo siguiente. Lo leyó Lazarillo, y decia así : De la segunda parte de la música, llamada humana, en que se contienen las proporciones armónicas del hombre. Lea Vm. tambien, dijo Agapito, el cap. XVIII del mismo libro, que es : De los efectos que causan los ocho tonos del canto-llano. Agapito, caliente ya de fantasía, recogidos todos estos cabos, en voz alta y magistral dijo : Nassarre, en este y en otros capítulos, con demostraciones más claras que las que han inventado los matemáticos para probar que dos y dos son cuatro, declara, prueba y demuestra que Dios arregló los cielos y los astros con tales proporciones armónicas, que mo[p. 63]viéndose hicieran el más perfecto y armonioso ruido. Crió á Jubal, perfecto músico, para que en la fragua de su hermano Tubal-Cain, con el ruido de los martillos recogiera aquella celestial armonía. Con las mismas proporciones armónicas de los astros distribuyó los humores en el cuerpo humano ; y por esta conexion de las proporciones armónicas de los humores del hombre con las de los astros, tienen éstos poderoso influjo sobre nuestros humores y enfermedades, y sobre nuestras pasiones. Guiado el hombre de las proporciones armónicas de sus humores formó los ocho tonos del canto-llano, de los cuales brotó como de raíz el hermosísimo pimpollo de la música de fondo. Por tanto, la música de fondo, los tonos del canto-llano, los humores de nuestro cuerpo y los movimientos de los astros, caminan, obran, se mueven sobre las mismas proporciones armónicas ; de donde con evidencia más que matemática, se concluye que la música de fondo y los tonos del canto-llano tienen sobre nosotros, sobre nuestras pasiones y enfermedades, los mismos poderosos influjos que los astros. Y juro por el alma de Tubal-Cain, que éstas son verdades irrefragables. Y vengan uno á uno ó todos juntos los malandrines músicos italianos y extranjeros, que yo les haré confesar, si no bastan las razones, con el garrote, que así como la música celestial se percibe y gusta con el entendimiento, y no, segun Cerone y Nassarre, con el oido, del mismo modo los artificios y primores de la música de fondo, no con el oido, sino con el entendimiento se han de percibir y gustar.
6. Viendo Lazarillo que Agapito ensartaba ya los disparates con aquella bien hilada lógica, con que sobre ideas fantásticas discurren acalorados los locos : deseo, le dijo, que en otra ocasion me expliqueis más por extenso esas proporciones armónicas de los astros, de nuestros humores y de los tonos del canto-llano. Son ya cerca de las diez y hacemos mala obra á mosen Juan, que mañana temprano debe acudir á la iglesia. El estarme á oir toda la noche al señor maestro Agapito, respondió mosen Juan, me serviria del más apacible sueño ; pero [p. 64] me voy, considerando que ha sido demasiada la molestia que por la primera vez he causado al Sr. D. Lazarillo. Agapito, habiendo quedado solo con Lazarillo : otra cosa más, dijo, tenía que decir á Vm., y es que mi hermano Lúcas Quitóles es Mayordomo, ó como lo llaman por allá, Clavario de una fiesta que se hace en mi lugar á Santa Martina, en accion de gracias por el paso de la langosta ; yo debo ir á hacer cantar en ella mi música y regirla, y quisiera que Vm. nos honrára la fiesta con su presencia. Comprendió Lazarillo que el principal motivo del convite era ahorrar el gasto del carruaje y que le llevára en su coche ; y así le respondió que de muy buena gana, si su padre se lo permitia. Yo, pues, dijo Agapito, tengo puestas mis fieles espías, por las cuales sabré si el opositor Raponso camina derecho ; y si hallo que no cojea, renunciaré, como Vm. me aconseja, á la pretension del magisterio de capilla. Por la mañana haré sabedor á Vm. de lo que resultáre, y dispondrémos nuestro viaje. Y con esto se fué. […]
[vol. I, p. 73] 6. […] Mas quiero darle á Vm., Sr. D. Agapito, un consuelo, y es que cuando yo partí de Roma la popa de aquel bajel áun estaba á flor de agua ; quiero decir, para que Vm. me entienda, que estaba aún en pié la Congregacion de los músicos, llamada de Santa Cecilia, fundada y calafateada con muchas bulas, breves y privilegios de los papas, en virtud de los cuales ningun maestro de capilla, sin pasar por el tamiz de aquella Congregacion, puede aventar moscas ó llevar el compas en ninguna iglesia de Roma ; y el tamiz es muy fino ; los cuatro vejancones presidentes de la Congregacion cogen al examinando entre uñas, y sentado en un banquillo sin respaldo le muelen á preguntas sobre el canto-llano, sobre las réplicas y respuestas á los pasos, que para el pobre examinando son verdaderamente pasos de la Pasion, y sobre otros puntos de tanta importancia como Vm. sabe. Despues se echa mano del tamiz, esto es, se abre á la ventura un libro de coro, y sobre el primer canto-llano que se presenta, ha de componer el examinando una fuga á cuatro partes reales y verdaderas. Esta fuga no se ejecuta, no se canta ; los cuatro vejancones la cogen bajo sus anteojos, la examinan parte por parte, nota por nota, ápice por ápice, y si hallan herida con una punta de alfiler alguna de aquellas sus venerables reglas de contrapunto, calabaza. Hé aquí, dijo Agapito, lo que doctamente nos enseña el gran Cerone, que la música de fondo no es tanto para deleitar el oido, cuanto para ser considerada con los ojos (ó con los anteojos, dijo entre dientes Juanito), y gustada con el entendimiento. Y dígame Vm., Sr. D. Longínos, ¿ cuántos maestros de capilla hay en Roma ? Sin contar los músicos pontificios, respondió aquél, ni los maestros de las tres primarias basílicas, los cuales, para regir músicas en cualquiera [p. 74] iglesia, no necesitan de pasar por aquel tamiz, los maestros de capilla aventureros, aunque no los tengo contados, serán, por lo ménos, de diez á doce. Ésos, pues, dijo Agapito, serán otras tantas firmes columnas de la música de fondo. Ésos, respondió el capon, ó por no errar, los más de ellos hacen una higa á su Congregacion y aventan moscas por todas las iglesias. ¿ Cómo ? gritó Agapito. ¿ Y las bulas de los papas ? Qui te fecit, te desfecit, respondió el capon : piden al Papa la gracia que llaman Brevetto, de poder regir músicas sin pasar por aquella Congregacion, y la obtienen sin más trabajo que pedirla (y eso sin papel sellado) y pagar al oficial de la secretaría que la extiende. Oh tempora ! Oh mores ! exclamó Agapito. Otros más sólidos fundamentos hubo de echar en Nápoles el gran Cerone. De Nápoles, respondió Longínos, salen y pasan por Roma bandadas de músicos de todas castas, y á ninguno de ellos he oido nombrar á Cerone ; pero sí hacer befa de la Congregacion de Santa Cecilia. Vea Vm., Sr. D. Lazarillo, dijo Agapito, lo que leimos ántes de anoche en Nassarre, que los músicos italianos han vuelto cabeza abajo la música, y hecho consonancias las disonancias. Pero nuestros predecesores españoles han vuelto por el honor de la música y de Cerone. Puede ser, dijo el capon, que Cerone naufragase en aquel bajel, y que el mar arrojase su cadáver á las costas de España. […] [vol. I, p. 83] 1. […] Así he leido, respondió Agapito, en Cerone ó en Nassarre (que allá se va todo), que Alejandro el Grande, agitado de la música que le cantaba y tañia un músico (que no era capon), llamado Timoteo, emprendió á cuchilladas las paredes y las sillas de su cuarto. [vol. I, p. 89] 1. […] No os altereis, mosen Agapito, le dijo Lazarillo, que á los muchachos se les debe perdonar la falta de reflexion. Y lisonjeándose de que con su presencia el muchacho [Juanito] tomaria alas para hacer burla de las extravagancias que su tio le queria hacer estudiar en Cerone y en Nassarre : Mejor será, le dijo, que le hagais algunas preguntas para ver cómo aprovecha ; que yo tambien deseo saber el contenido de los capítulos II, IV, V y XVIII de la primera parte de Nassarre, que la otra noche no tuvimos tiempo de leer, acerca de la armonía de los planetas y de los humores del cuerpo humano, y sobre los efectos que causan en nosotros los tonos del canto-llano.
[vol. I, p. 90] 2. […] Algo embarazado se halló Agapito con el sofisma del sobrino [Juanito], porque aunque los planetas vulgarmente se llaman estrellas, el llamar á las estrellas planetas es disparate. Y así no tuvo otro recurso que el de los maestros cuando algun discípulo les coge en algun falso latin, que fué reñirle y tratarle de bachiller, porque se entremetia en lo que convienen, dijo, Cerone, Nassarre, Pitágoras, Boecio, Ciceron, San Agustin, Ciruelo, y todos nuestros predecesores, de los cuales ninguno cuenta más de siete planetas ; y no me repliques.
[vol. I, p. 93] 6. Viendo Lazarillo que el sobrino, con sus réplicas, inquietaba demasiado al tio : Vamos, vamos, Juanito, le dijo, que tu tio tiene razon ; los discípulos se deben fiar de la autoridad de sus maestros. Mucho más, añadió Agapito, dándonos ejemplo en ello los mismos grandes maestros, los cuales, en cosas de alguna importancia, no desprecian la autoridad de sus predecesores ; Cerone sigue á Nassarre, Nassarre á Pi[p. 94]tágoras, Pitágoras á Ciruelo, Ciruelo á Ciceron, Ciceron á Boecio, Boecio á Petit, Petit á Margarita, Margarita al Tintorero, etc., etc., etc. Me acuerdo, dijo Juanito, de haber visto, siendo niño, en los dias de carnestolendas una máscara que figuraba una capilla de cuarenta músicos montados en otros tantos borricos, enfilados en procesion uno tras otro, de modo que el cabestro de cada borrico iba atado á la cola del que le iba delante ; cada músico llevaba en la mano derecha un ramo, que de cuando en cuando mojaba en un vaso que le colgaba del brazo izquierdo, en cuya mano tenía el papel de solfa ; el primer borrico era el del maestro de capilla ; y cuando éste levantaba el compas, todos los músicos restregaban con el ramo las narices de sus borricos, y éstos entonaban un contrapunto á cuarenta partes reales, que era una gloria. Se levantó en pié Agapito acalorado, diciendo : Señor D. Lazarillo, ó él ó yo nos hemos de apear del coche y proseguir el viaje á pié. ¡ Qué desvergüenza ! ¡ Tratar á hombres tan grandes de borricos ! Perdone Vm., señor tio, que tal disparate no me ha pasado por el caletre : una cosa es el borrico, otra el que lo monta. […]
[vol. I, p. 103] 1. […] Trata en ese capítulo [Lib. I cap. 17] el P. Nassarre de las muchas y graves enfermedades que cura la música. Pone en primer lugar (ahí es nada) la peste y las epidemias, las cuales han hecho tantos estragos en algunas de nuestras provincias, porque en España, como dice el docto Cerone, florece muy poco la música. Prosigue diciendo el P. Nassarre que la música cura tambien las picaduras de animales ponzoñosos, las calenturas, la ciática, la gota, la sordera y la locura. Mas que la música cure la locura, me llegó muy de nuevo, porque algun tiempo despues de haberse cantado en la iglesia del Santo Hospital aquellos célebres villancicos de Vm., fuí con un amigo á ejercitar la obra de misericordia de visitar á los locos, á tiempo que estaban paseando por el huerto, y vi uno de ellos que con un papel de solfa en la mano, iba dando fuertes patadas y porrazos en el papel, cantando y gritando desaforadamente : Agua fresca ; vino puro ; tortas finas ; requeson. ¡ Pobrecito ! dije á mi compañero ; la música de mi tio le ha gustado tanto y le ha hecho tanta impresion, que se ha vuelto loco ; lo que me hizo creer que la música más bien causa que cura la locura. […]
Segunda parte de las investigaciones músicas de D. Lazarillo Vizcardi
[vol. I, p. 151] 5. Segun eso, dijo Lazarillo, podrémos tener por verdaderas las maravillas que nos cuentan del canto y de la música griega. Distingamos de maravillas, respondió Ribélles, y no hablemos de la virtud que en ciertos libros se le atribuye á la música griega de haber curado enfermedades, ahuyentado la peste, restituido el habla á los mudos y el juicio á los locos, ni del predominio que por medio de los tonos de la música dicen que ejercitan los astros sobre el corazon y humores del cuerpo humano ; fábulas á que dió orígen la desreglada fantasía de los filósofos alejandrinos, contrayendo á la música el nombre genérico de armonía, y á las cuales dieron cuerpo la ignorancia y la supersticion de nuestros siglos bárbaros ; y es gran mengua de nuestra profesion que Cerone y Nassarre, que han atestado de ellas sus pesados tomos en fólio, pasen por los más doctos y eruditos maestros del arte. […] [vol. I, p. 156] 2. […] Cerone y Nassarre, respondió Juanito, tienen sobre la cabeza de mi tio el mismo influjo que la luna, la cual unas veces quita el sueño, otras lo da. Está componiendo un cánon enigmático, que dice ser en alabanza del Melopeo de Cerone, para añadirle en una nueva impresion á las veintidos coplas que le van delante pregonando que le compre quien no le conozca. Ha tomado por nor[p. 157]ma aquel cánon enigmático del mismo Cerone, en el cual, por la figura del sol eclipsado y el mote obscuratus est sol in ortu suo, se ha de adivinar que las notas blancas sol se han de tener por eclipsadas y negras, y por consiguiente, de menor valor. Cuando me explicó este enigma, le dije que si por razon del eclipse las notas blancas se han de tener por negras, pasado el eclipse, las negras se habrán de tener por blancas. Á este reparo, que me pareció justo, me respondió con un mojicon. La letra del de mi tio en alabanza de Cerone es : ¡ Qué dulce armonía de sus labios cuela ! la figura un asno mirando al cielo con la boca abierta y la lengua fuera en acto de rebuznar, y el mote, Vox canentis in deserto ; y quiere que por el mote y la figura se adivine que en los compases en blanco, desiertos y sin notas, se ha de cantar lo que dice la figura. Yo le quise decir, cuando me lo explicó, que si en los compases sin notas se ha de cantar, en los que están llenos de notas se habrá de callar ; pero tuve miedo al mojicon. […]
Cuarta parte de las investigaciones músicas de D. Lazarillo Vizcardi
[vol. II, p. 16] 1. Será hora que nos acordemos del pobre loco Agapito, tenido con guardias de vista hacia ya más de diez dias. El expediente que habia tomado D. Eugenio, para que en los dias de las oposiciones al magisterio de capilla no fuera loqueando por la ciudad, se le habia convertido en veneno. Desocupado del servicio de las monjas y del magisterio de los sacristanes que estudiaban para capiscoles, con el consejo que le habia dado D. Eugenio de trabajar á sus solas en el mejoramiento y reforma de la música, se le calentó más y más la fantasía. Quiso ante todas cosas poner en limpio y probar el cánon enigmático en alabanza de Cerone, cuyo mote era : Vox canentis in deserto ; la letra : ¡ Qué dulce armonía de sus labios cuela ! y la figura, un asno mirando al cielo con la boca abierta en acto de rebuznar ; porque decia que el rebuzno del asno era el más perfecto bajo fundamental que la naturaleza hubiese criado ; y no era ésta una idea tan estrafalaria, que no la hubiera ántes tenido uno de los célebres modernos maestros [p. 17] de capilla italianos. El cánon no constaba sino de cuatro compases, el primero con notas para cantar ¡ qué dulce armonía ! el segundo en blanco, é indicaba el desierto en que, segun el mote, se debia tambien cantar ; el tercero con notas para cantar de sus labios cuela, y el cuarto, como el segundo, en blanco. Cuando le tuvo puesto en limpio, en una de aquellas largas noches de su retiro, llamó á Juanito para probarlo. Puso delante de los dos el papel, y llevando él mismo el compas, cantó : ¡ Qué dulce armonía ! Por el segundo compas en blanco entendió Juanito que miéntras él entraba cantando ¡ qué dulce armonía ! su tio debia callar ; pero cuando comenzó á cantar y oyó que su tio rebuznaba, se paró, diciendo : ¿ Qué es esto, señor tio ? ¿ Ésa es la melodía que de los labios de Cerone cuela ? Calla, bachiller, le respondió el tio, no hagas maliciosas interpretaciones. Nosotros con la melodía del cánon celebramos la de Cerone. ¿ Con la melodía del rebuzno ? replicó Juanito. ¡ Válgame Dios ! gritó Agapito, apretando los dientes y meneando la cabeza, ¡ que un maestro como yo haya de estar á sufrir de un mocoso tantas bachillerías, cuando ninguno de aquellos sacristanes que venian á tomar leccion de canto-llano, con más barbas que un cabron, no me replicó jamas ! Una se me va y otra se me viene por batir el compas en tus mejillas. Por amor de Dios, señor tio, dijo Juanito, no se enfade Vm., que esto ha sido efecto de mi ignorancia. Yo no dudo que aquellos sacristanes hubieran cantado este cánon sin tropezar en alguna dificultad ; mas yo ésta es la primera vez que tomo leccion de este género de canto-llano, y no comprendo qué tiene que ver ni que hacer el rebuzno del asno con la melodía de Cerone. Oye, tontico, oye, dijo Agapito : el toque del enigma está en adivinar por el mote que en los compases en blanco, que figuran el desierto, se ha de cantar lo que dice la figura, y no es menester notar ni decir que lo que se ha de cantar es el bajo fundamental de toda cantilena, el cual en las sonadas de clave muchas veces no se nota ; ese bajo salta del tono á la quinta, y de la quinta al tono ; y cá[p. 18]tate ahí el canto ó rebuzno del asno. A…a…a…o. ¡ Qué invencion tan ingeniosa ! exclamó el fisgoncillo. Sin embargo, añadió, no se me enfade Vm., señor tio, si digo que yo en eso compases en blanco, en vez de hacer rebuznar un asno, hubiera hecho gruñir un puerco, cuyo canto es mucho más bajo y fundamental que el del asno. ¡ Ah, ah, ah ! respondió Agapito con una carcajada. ¿ El puerco canto ? ¿ no ves, mentecatillo, que el puerco gruñe sin levantar jamas la voz ni el hocico de tierra ? No modula, no canta, no salta del tono á la quinta y de la quinta al tono ; su gruñido á lo más se pudiera llamar un unísono, ó como le llamaria el capon italiano, un pedal puerco fuera de todo tono. Ya lo veo, respondió el picarillo. Mas otra pequeña dificultad, y no más. ¿ En esos compases en blanco no pudiera Vm. haber puesto en solfa el rebuzno del asno, como Nassarre hace cantar en solfa otros animales ? Entónces, respondió Agapito, el enigma volaverunt. Ya te he dicho, bestiezuela, que el toque está en adivinar por el mote que en los compases en blanco ó desiertos algo se ha de cantar : Vox canentis in deserto. ¿ Y qué se puede cantar, que no esté escrito ni notado, sino el bajo fundamental de toda cantilena ? Y ese bajo está tan claramente indicado en la figura del asno, que quien no lo entienda será tan asno como tú, y estoy tentado de copiar el cánon, y ponerte á tí por figura. No, señor tio, no, respondió Juanito, no soy digno de tanto honor ; en una obra se suele poner el retrato del personaje á quien se dedica ; Vm. dedica ese cánon á Cerone ; con que, cuando Vm. quisiera mudar su figura, debiera, en lugar de la que hay, poner el retrato de Cerone. Por lo demas, ya entiendo en qué está el busílis. A probarlo, pues, dijo Agapito. Vamos allá, respondió Juanito, y reviente de envidia el bajo Bonifacio si nos oye.
2. Cantó Agapito ¡ qué dulce armonía ! y al segundo compas cantó lo mismo Juanito, acompañándole el bajo fundamental del rebuzno de su tio. Al tercer compas cantó Agapito de sus labios cuela. Y Juanito, en vez de rebuznar, como debia, se echó á reir, y Agapito, enfadado, le emprendió á coces, di[p. 19]ciendo : Así se responde á la decena de la figura del cánon ; é iba contando las coces hasta diez ; mas Juanito le cortó el hilo de la cuenta, diciendo : Por amor de Dios, señor tio, que yo he reido de mí mismo, porque, queriendo rebuznar al unísono con aquellos sacristanes sus discípulos, como mi voz es aún de medio tiple, me atragantaba. No hay necesidad, respondió el maestro, de rebuznar al unísono con los sacristanes ; basta rebuznar á la octava, como rebuznan los borriquillos con los borricos hechos y derechos. Da capo, pues, dijo Juanito ; y volviendo á emprender el cánon, cantaron y rebuznaron alternativamente. A Juanito, á cada rebuzno se le iban hinchando las ijadas de risa ; y por no reventar, despues de haber repetido el cánon cuatro veces, se paró, diciendo : No hay qué decir, el cánon va sin tropiezo, y será el asombro de los capiscoles. Mas una sola pregunta, señor tio, no por bachillear, sino por aprender : ¿ por qué ha puesto Vm. el título de Cánon á infinitas voces ? Porque lo pueden cantar infinitos músicos, respondió Agapito, entrando uno despues de otro, cantando y rebuznando alternativamente. Segun eso, replicó Juanito, si cantan este cánon cuatro voces, habrá siempre dos que canten y dos que rebuznen ; si ocho, cuatro que canten y cuatro que rebuznen. ¿ Hay algo que decir contra eso ? preguntó Agapito. Nada, respondió el sobrino, sino que eso será renovar aquella máscara de marras, por la cual, cuando volviamos de la fiesta de nuestro lugar, me quiso Vm. arrojar del coche. Hay grandísima diferencia, garrapata, dijo Agapito ; tú, de los borricos de aquella máscara hacias otros tantos autores y maestros de música ; el borrico de mi cánon sólo hace el bajo fundamental de la cantilena, que alaba, ensalza, eterniza la dulce armonía que de los labios de Cerone cuela. Y cuanto mayor sea el número de músicos, añadió Juanito, que canten ese cánon, tanto más caudaloso será el torrente de armonía que colará de los labios de Cerone, en cuya comparacion apénas será una gota el Magnificat de Raponso. Raponso y Quijarro, respondió Agapito, son hombres grandes ; [p. 20] pero cuando mis obras salgan á luz… no digo más, que laus in ore propio virescit. […]

 ↑  Extraits de l'Historia de la música española :

[p. 75] […] Consta de la historia de la música italiana, segun el autógrafo de Teixidor, que á fines del siglo XVI y á instancias de Vicente Galiley, se comenzaron á simplificar los madrigales armónicos y á desterrar de ellos casi enteramente los cánones, enigmas, cangrizantes, y otras mil pedanterias tenidas en sumo aprecio por los italianos en dicho siglo. Que á fines de este, se empezaron á oir cantatas á solo y á duo con acompañamiento contínuo, de cuyas obras fué el fundamento dicho Galiley componiendo á solo un soneto del Dante, y las lamentaciones de Jeremias, imitando en un todo el estilo de las tonadas españolas, que desde mas de un siglo y medio antes de los tiempos de que se habla, eran el recreo y encanto de todos los príncipes y potentados de Italia. Que esta novedad [p. 76] introducida por Galiley tuvo por enemigos á la mayoría de los maestros compositores italianos, adhiriéndose muchos tambien á ella entre los cuales fueron : Lucas Marentio : Pablo Quagliati, el Romano, Scipion de la Palla, Alejandro Strigio, Tomás Pecci, y el príncipe de Venosa, que fué quien mejor acomodó el gusto español tanto melódico como armónico, á las palabras italianas. Que fueron casi inútiles los esfuerzos de estos maestros compositores para derrocar las antiguas ideas de los célebres contrapuntistas italianos ; por cuya causa las cantatas, duos, tercetos, cuartetos y coros en idioma vulgar ó en latin, no se oyeron caracterizados con la sencillez de las melodías verdaderas del estilo español, hasta que imbuidos nuestros profesores, con las máximas de Pedro Cerone, desnudaron la música española de las referidas galas, y la vistieron con los andrajos que desechaba la italiana ; asegurando que las dichas bellezas armónicas y melódicas, no se ven practicadas por compositor alguno italiano hasta últimos del siglo XVII, época en que la música española se hallaba en un estado lamentable ; y que la lectura de la obra de Cerone generalizada entonces por desgracia en España fué la causa de ello.
Si bien para nosotros las opiniones de Teixidor, merecen el mayor respecto, porque en ellas vemos al sabio erudito, al profundo filósofo y al distinguido maestro ; sobre esta materia disentimos en parte de sus razones. Las doctrinas musicales escritas en el Melopeo de Cerone, á nuestro modo de entender, están vasadas en su mayor parte sobre las nuestras ; y aunque así no fuera, no podemos creer que esta obra se generalizase tanto en España como para ser causa de una revolucion en la parte teórica del arte tan sólidamente cimentada por célebres maestros, porque si raros son los ejemplares del Melopeo y Maes[p. 77]tro en Nápoles donde se imprimió el año de 1613, y en los demas paises estrangeros, son casi mas raros en España á donde no existen sino tres, que sepamos ; uno en la Biblioteca real de Madrid ; otro incompleto en la de San Juan de Barcelona, que perteneció al convento de Trinitarios de la misma ciudad ; y el que nosotros poseemos que fué de la propiedad del distinguido maestro D. Francisco Andreví. A mas de esto, compréndese su poca circulacion, en el escesivo coste de una obra tan voluminosa, y en lo poco que de ella se ha hecho mencion.
Pedro Cerone en su Melopeo se presenta de diversas magnitudes en el saber : en unos capítulos lo vemos un gigante, en otros un pigmeo : en sus doctrinas del arte, no es lo mismo que en sus consejos á los que lo profesan. Las primeras palabras de su obra ¿ Quid ultra quæris ? manifiestan un orgullo de sí propio poco plausible ; el Preámbulo, una mas que escesiva modestia ; algunos capítulos, pesadez insulsa ; otros, grandes conocimientos. Esta mezcla de ser y no ser, de orgullo y modestia ; muchos capítulos sin mas utilidad para el arte que zaherir ya directa ó indirectamente á nuestros profesores y maestros ; el no hablar de la música característica española ni de los escritores del arte, sino de los que escribieron en Italia como Morales, Guerrero, Victoria, Lobo ; y despues del maestro de capilla de Felipe III de España, Matías Romero á quien conoció Cerone como á los organistas Ratia y Clavijo por pertenecer él en aquel tiempo á dicha capilla en calidad de capellan salmista, no haciendo referencia á tantos otros buenos escritores españoles de entonces, y aun mas antiguos, en la parte científica del arte ; y sobre todo no nombrar á Bartolomé Ramos de quien Zarlino tomó la mayor parte de sus doctrinas ; nos hace sospechar como al erudito Mr. Fetis, que el Melopeo y Maestro de Cerone en su [p. 78] parte buena, es una traduccion en mal castellano del Melopeo ó músico perfecto de Zarlino ; obra que anunció en su Sopplimenti musicali [En la pag. 330 del Sopplementi musicali de Zarlino, se lee lo siguiente : « Avendo parlato ora á sufficienza dell'ultima parte della música è della melopeia, un altra fiata vederemo quelle cose appartengono al Melopeo ó músico perfetto. Laonde rendendo grazie immortali á quello che havita col suo figliuolo nostro redentore et con lo Spirito Santo nel celeste Regno, di havermi concesso tanta grazía ch'io habbia posto in luce queste mie fatiche, oltre gli altri doni ricevuti da Sua Maestá, spero che di nuovo mi sará da lei concesso ch'io potro satisfare al debito, che giá molto tempo ho contratto con ciascheduno studioso, ponendo in luce hormai i primessi ventincinque libri De Re música, fatti in lingua latina, con quello ch'io nomino Melopeo ó Musico perfetto.], y á su muerte dejó sin publicar ignorándose el paradero de este manuscrito. Y el encono que Cerone manifiesta contra nuestros profesores y maestros en muchas inecsactitudes, no creemos sea otra cosa, que el deseo de vengar algun resentimiento particular, causa de su marcha otra vez á ltalia abandonando su plaza en la capilla real de Madrid.
Empero, aunque nuestras sospechos sobre la originalidad del Melopeo fuesen inesactas, no podrá dudarse que los estudios de Cerone en España lo ilustraron hasta el estremo de escribir su obra voluminosa y de gran interés para el arte ; y que el poco caso que de él se hizo en España como maestro, fué el motivo de sus invectivas contra nuestros profesores, muchas de ellas inesactas, aunque otras por desgracia verdaderas.
Para demostrar lo dicho convenientemente, vamos á citar varios párrofos del Melopeo y por ellos podrá juzgarse de la verdad de nuestros asertos.
En el preámbulo de la obra, se espresa Cerone de este modo : « Muchos dias ha, me determiné de escribir alguna cosa sobre el arte de la música, como comencé hacerlo á Bergamo (ciudad de Lombardía, y mi patria) mas ha [p. 79] de quince años : aunque fué tampoco lo que escribí entonces, que puedo decir (y con mucha verdad) no fue nada : pues el mesmo año dejé la empresa y me fuí á Cerdeña al servicio de la iglesia mayor de Oristan, con determinacion de me pasar despues á España ; como lo cumplí el año de mil quinientos noventa y dos [Téngase presente que Cerone nació el año de 1566 y que por consiguiente vino á España á los 26 años de edad]. Y por haber caminado diversas tierras de estos dichosos reinos y platicado con muchos de la profesion, he comprehendido que, aunque los mancebos desean saber, muchos quedan ignorantes : y esto, no por falta de deseo natural, mas ó porque son flacos de memoria, ó porque carecen de maestros ; ó si los tienen, no todos les quieren enseñar lo poco ó mucho que saben (pero bien es de creer, que los que tal intencion tienen, usando semejante término, no son de los mejores ni medianos). Pues principalmente por estas, sin las otras causas, ahora he querido satisfacer mi voluntad, en escribir un tractado de música ». Se ve por lo contenido en este párrafo, que Cerone antes de venir á España escribió muy poco sobre el arte de la música ó mas bien nada segun él confiesa ; que tenia la idea de pasar á nuestra patria, y aunque calla en este lugar el porque de la idea, en la página 200, dice : « por haberme empleado en cantar canciones menos que honestas ; y tambien por el mucho gusto que recibia cuando componia cantares torpes, y por el demasiado gozo que sentia cuando cantaba en lugares profanos, quiso Dios que yo fuese captivado de visitar la santa iglesia del glorioso y bienaventurado Santíago de Galicia, para quedar por aqui libre del poder del demonio… Con esta devocion pues, y juntamente con la vo[p. 80]luntad grande que tenia de praticar los mas famosos músicos de estos reinos, pasé á España y dí cumplimiento á mis deseos el año del jubileo de aquella santa iglesia, que fué el de 1595. » Esto nos manifiesta junto con el otro párrafo, que su viage á España fué para estudiar á nuestros buenos maestros, y apartarse del género de música que hasta entonces habia compuesto y seguido ; que al escribir su libro lo hizo con la idea de que sirviese á los que no podian tener buenos maestros, sino ni mejores ni medianos ; y que por estas sin las otras causas quiso satisfacer su voluntad ; mas no por rivalizar, ni menos por enseñar á los buenos maestros españoles de quienes recibió las verdaderas doctrinas del arte que ignoraba antes de venir á España, puesto que en 1595 no habia escrito nada, ó se arrepintió de haberlo hecho ; en 1608 dejó nuestro pais para marchar á Nápoles ; al año siguiente publicó en esta ciudad su Regole per il canto fermo ; y á los cuatro años (1613) dió á luz pública el Melopeo : pudiéndose asegurar que ambas obras las escribió en España, como lo prueban algunos párrafos del primer libro de su última obra.
Dedúcese de lo dicho y de las muchas contradicciones con que está salpicado el primer libro de la obra de Cerone, que las ideas vertidas en ellas no fueron nuevas sino sacadas de muchos y diversos autores y conbinadas sin el necesario dicernimiento para seguir una idea ó sistema propio. Prueban esta verdad los siguientes párrafos. En la página 3 de su preámbulo dice : « Porque así como el que quiere plantar un nuevo jardin, busca ingertos de buenos árboles : así yo buscado y cogido tengo autoridades y pareceres de famosos músicos, asi teóricos como prácticos, para plantar en este nuevo libro. Y así como el tejedor junta el hilado, de diversas manos labrado, y de muchos hilos urde y teje su tela : asi yo he juntado las doctrinas [p. 81] de diversos músicos y tengo hecha una tela de diversos pareceres : y si ella no salió buena no se debe poner la culpa al hilado que es delgado y fino, sino á mi que no le supe urdir ni tejer. » Si á los 26 años salió Cerone de su pais para visitar el nuestro, arrepentido de lo poco que habia escrito y con deseos de aprender : si estuvo en España 15 años y á los cinco de estar en Italia publicó el Melopeo. ¿ Quienes fueron los famosos músicos así teóricos como prácticos de quien sacó y cogió las autoridades y pareceres para plantar su nuevo libro ? Sin ningun género de duda de los maestros españoles.
En la página 4 prosigue diciendo : « Por otra parte juntándose tambien el deseo de servir á la nacion española, como oficial inútil de un sabio pintor, determiné hacer este dibujo ó (por mejor decir) borron, y delinear con mi poco saber las reglas y documentos de la música : remitiendo á los maestros espertos en esta profesion añadir los colores y cumplir las faltas que hubiere, y tratar mas claramente que yo no supe esplicar. » Vemos á Cerone en estas palabras con demasiada modestia llamarse discípulo inútil de nuestros maestros, y seguidamente en la misma página decir : « Confio en Dios que este presente tratado será provechoso á muchos de la profesion, y que de todos los que tienen buenas entrañas no dejará de ser recibido con alegre rostro ; y si acaso tomaren algunos con mano izquierda lo que yo les ofrezco con la derecha, y otros le quieran infamar, ó por mejor decir matar, todavía adviertan no podrán efectuar su mal deseo : antes quedarán semejantes á las desdichadas mariposas que queriendo oscurecer y apagar la clara luz de la candela, ellas mesmas se queman ; y quedando la vela encendida con su claridad, ellas pagan con su muerte la temeridad de su atrevimiento. » Despues de tan atrevidas pala[p. 82]bras, concluye el prólogo con las siguientes : « Y si algo hubiere que no diga con lo que la iglesia católica dice, y los escelentes maestros en esta profesion enseñan, lo doy por no dicho, y desde luego me retracto de ello ; pues no malicia, sino ignorancia será de haberlo dicho la causa. »
Apesar de las contradicciones espuestas, y otras muchas mas, que seria dilatado referir, empieza Cerone la dedicatoria de su obra à Felipe III de España en estos términos : « Con deseo que la música práctica (tan usada en los reinos y provincias en que V. M. bienaventuradamente manda) se ponga á mejor término ; para que así se mejore y ennoblezca ; y la gente moza, que por gusto ó necesidad desea saberla, la pueda aprender con mayor comodidad y con mas facilidad, he ordenado este presente volúmen (engastando como cosa nueva) la theorica en la práctica ; y juntamente interponiendo muchos avisos y muy provechosos, para desechar los vicios y abrazar las virtudes ; con muchas amonestaciones, autorizadas con la sagrada escritura : todos en efecto, y muy á propósito de la música moralizada. » Y en la página 9 al decirnos el porque le dió á su obra el título de Maestro ó Melopeo, nos dice : « Lo primero pues que me movió á intitularle así, fué el ser las aldeas y lugares de España tan faltas de maestros de música ; y el considerar que los pocos que hay en ellas por la mayor parte, no saben cumplidamente lo que es necesario saber : y si saben, no todos quieren enseñar fielmente á quien desea saber este arte… Tambien porque la manera de enseñar es, como si personalmente un maestro enseñase de palabras, conviene á saber, con razones largas, con palabras simples, con ejemplos de fabulas y de historias, con dichos graciosos, con sentencias graves, con similitudes apropiadas, con digresiones largas, con conceptos familiares, y finalmente con [p. 83] tantas diversidades, que parezca una nueva ensalada italiana… Non era posible poner esta mezcla de escritos debajo del nombre de Arte de música, ni de otro cualquier título, sin dar á todos justa ocasion de se mofar de mí. » Conociendo Cerone, como lo debia conocer, el rigorismo de la enseñanza musical española, hizo muy bien de no titular Arte de música á su llamada ensalada italiana, que aunque llena de buenas máximas teóricas, la escribió segun el mismo para las aldeas y lugares de España faltas de maestros.
Si bien disentimos de las opiniones de Teixidor sobre que la circulacion del Melopeo en España y sus doctrinas en el arte fueron causa de nuestra decadencia musical en la parte teórica, tambien estamos de acuerdo con dicho autor, en que esta obra pudo dar un fuerte apoyo á los enemigos de nuestra música profana [En la página 199 del Melopeo se lee lo siguiente : « No hay camino tan convenible para enseñar al entendimiento como son los oidos ; y tal queda el hombre cual es el canto que oyó. Los que quieran mostrarse músicos perfectos, compongan música honesta que convide y despierte á la virtud, al servicio de Dios, á la imitacion de los santos, y de los músicos graves. Los cantores que desean ser señalados, no canten letras deshonestas, ni canto que provoque ó convide á sensualidad. Miremos que el hombre desde su mocedad y todo el tiempo, es inclinado á mal ; y porque no corra en pos de los vicios, es menester quitarles las espuelas de la música lasciva y sensual : y ponerle freno con la honesta, grave y despertadora de las virtudes. El mal que los poetas, compositores y cantores han hecho y de contínuo hacen en la república cristiana con sus torpes coplas y pestíferos cantos, los que en el otro mundo están, lo saben por el castigo ; y á los vivos, ruego á Dios que se lo de á sentir, para que de ello hagan penitencia. Quien considera bien grande es la penitencia que por ellos ha venido ; y si Dios por su infinita bondad no pone su santa mano, sospecho que en breves dias irá tan adelante el mal uso, que no habrá mas música para su coro, sino para el de Satanás. Lo cual no permita, sino por su misericordia envie siempre gobernadores asi eclesiásticos como seglares, que lo mal hecho castiguen y destruyan ; y en lo que está por venir, pongan remedio para que cese tan diabólica enfermedad, y vuelva la música á su primera honestidad, magestad y santidad… Elegancia suave, armonía deleitosa con estilo dulce en los cantos de profanidades, no es otra cosa, sino un despertador de vicios, cebo de apetitos depravados, y una yesca con que se queman las conciencias ; y un dulce con que las almas se emponzoñan… El que es temeroso de Dios, y amigo de su alma, antes quiere una música ordinaria que sea virtuosa, que á otra que sea sin comparacion mucho mas deleitosa, pero viciosa.] ; aunque dicho [p. 84] género estaba ya herido de muerte, tanto por la desunion de nuestros profesores, cuanto por dedicarse todos al género sagrado, como mas lucrativo, honorífico y protegido, y no haber mas escuelas verdaderas de música que las eclesiásticas. Convenimos en que sobre nuestras melodías y armonías se cimentó la música italiana ; mas no en que el engrandecimiento de esta y la ruina de la nuestra, se deba á la lectura de la obra de Cerone, cuya reputacion científica á pesar del favor en la corte de su protector el Caballero de Gracia Modenes, no pudo obtener ni en Madrid ni en Nápoles sino una plaza de capellan salmista de ambas capillas reales. Los gobiernos protectores, y no las doctrinas de este ó el otro libro, son los que hunden ó engrandecen las artes y las ciencias en una nacion. […]
[p. 107] […] Veamos lo que dice nuestro buen amigo y eminente erudito frances Adrian de la Fage, al hablar de Francisco Guerrero en una comunicacion inserta en la Gaceta musical de Madrid el 18 de marzo del pasado año : « ¡ Cuanta oscuridad y cuantas dificultades se encuentran en la historia de la música, y cuantos puntos quedan todavía por esclarecer ! A pesar de todos los escritores que de un siglo á esta parte han esparcido alguna luz acerca de la marcha y progresos del arte musical, quedará mucho que hacer à nuestros nietos ; y sin hablar de los errores cometidos por nosotros, que ellos corregirán, ¡ que campo tan vasto les queda por recorrer ; que lagunas tan grandes que llenar, que conquistas tan importantes que hacer ! — Prueba de esto es la ignorancia casi absoluta en que nos encontramos acerca de todo lo que concierne á la antigua escuela española anterior á la época de Palestina, escuela que produjo escritores didácticos como Salinas y Ramos, compositores como Cristóbal Morales, Diego Ortiz, Bartolomé Escobedo, y que en gran parte proveian de escelentes cantores á la célebre capilla pontificia. — Nosotros conocemos á los compositores que acabamos de citar, precisamente porque ellos pasaron á Italia ; si ellos no hubiesen salido de su pais, ignoraríamos sin duda hasta su nombre, á no ser que por casualidad hubieran tenido la ocasion de hacer imprimir sus obras en Italia ó en alguna otra parte. »
[p. 108] ¡ Que amarga y justa reconvencion para los españoles ! Las palabras de La Fage están respirando el sentimiento y el dolor que siente el corazon de un sabio por la pérdida del manantial de una ciencia. La antigua escuela española fué ese manantial perdido. Ella fué la que con su luz iluminó el arte musical, y en ella vinieron á buscar su claridad tantos sabios estrangeros. Pero esta luz que iluminó al mundo científico, este manantial cristalino y saludable, fué destruido, cegado, y olvidado por sus mismos poseedores. Mas aun : fue despreciado para beber despues sus aguas turbias, venidas de veneros estraños.
¿ Que dolor no causará á los amantes de nuestras glorias el sentido narrar del distinguido y erudito maestro La Fage ? ¿ Y cuanto no se acrecentará este dolor al ver escrito por reputados maestros españoles de la época actual, que, aunque desde muy antiguo aparecen documentos que prueban la aficion de los españoles á la música, recibió un nuevo impulso nuestro arte con los maestros flamencos que vinieron á España en el reinado de Felipe conde de Flandes, por ser los mas hábiles de Europa ? ¡ Tristes y amargas reflecsiones hace en este instante nuestra mente ! Reflecsiones que debemos ocultar en nuestro corazon, pues mas vale que á el solo lacéren, que no den pábulo á comentarios de los cuales queremos huir. Esa indiferencia con que parece se mira por algunos, el profesorado antiguo y respetado de los españoles llamándolo aficion, el mundo del arte la juzgará, nosotros nó.
Nada hemos debido á los flamencos venidos á España, sino la completa ruina de nuestras antiguas escuelas. Pruebanlo las obras nuestras antes de esta época, tanto didácticas como prácticas ; los distinguidos y célebres maestros que en las diferentes escalas del arte han brillado, y el decaimiento y confusion de sistemas de enseñanza habidos [p. 109] en España desde aquel tiempo hasta el presente. En esto se fundó Pedro Cerone para zaherirnos : en esto consistió la pérdida de nuestras fundamentales y verdaderas escuelas : en esto el aumento de la emigracion de nuestros escritores y maestros á paises estrangeros (4).
Si el flamenco Adriano de Willaert fue tan sabio en el arte, y tan admirado de los escritores de todas las naciones, váyase estudiando paso á paso su vida, la epoca de sus obras, las doctrinas de estas ; y ellas darán al imparcial filósofo, datos suficientes para conocer quien iluminó su gran talento y lo elevó hasta el puesto que con justicia debe ocupar en el arte. Si los flamencos como dice Teixidor podian competir con los españoles en los conocimientos musicales, esto no manifiesta que fueran nuestros maestros cuando fueron nuestros discípulos. Si Guicciardini en su Descripcion de la Flandes hace mencion de los compositores que se distinguieron en aquellos paises en el siglo XVI, menciona entre ellos á los españoles, y no manifiesta los ilustradores didácticos antes de este siglo, cuando nosotros los teníamos ya desde el siglo V.
La palabra patriotismo, perdió desde estos tiempos en España su noble significado. Para el fomento y protec[p. 110]cion de las ciencias, las artes, la agricultura, el comercio, y los conocimientos útiles, no existe. El patriotismo político es la vida de la nacion española ; y á su única sombra estacionados, miramos con indiferencia los adelantos de las demas naciones, ó los parodiamos si queremos alcanzar recompensa.
[p. 155] […] Llámanle unos Orlando Lassus, otros Roland Lassé y Roland de Latre, los italianos Orlando di Lasso, y algunos españoles Hernando Laso. Se han inventado varias fábulas para esta variacion de nombres, y cada escritor que ha tra[p. 156]tado sobre el particular, lo ha hecho hijo de un pais distinto ; lo que prueba el gran talento de este célebre maestro compositor.
Habiendo opiniones tan contradictorias sobre Orlando Laso, y no siendo ninguna de ellas, aunque respetables todas, suficiente para convencernos de que este Laso pueda ser hijo de otra nacion que de la española ; vamos á manifestar nuestra opinion de la manera mas clara y justificable que la historia y algunos escritos nos han proporcionado, entre las tinieblas en que se halla envuelto este caso de tanta utilidad y gloria para el arte músico español.
Dice Teixidor, escritor conocido y sabio maestro, en el autógrafo que de él conservamos, que Hernando de Laso nació en la provincia de Jaen ; y Vicente Perez asegura, que nació en Andalucía y que las contiendas políticas hicieron emigrar de España á su noble familia, estableciéndose en Flandes en donde Laso continuó sus estudios en la música, á la que tenia una estremada aficion, siendo con el tiempo uno de los hombres que mas brillaron en el arte.
Conocido es en España por su nobleza el apellido Laso de la Vega y sabido de todos los que hayan leido las crónicas españolas, que Pedro Laso de la Vega hermano mayor del célebre Garcilaso, en tiempo de Carlos V se vió obligado á salir de España como rebelde y proscripto por hallarse complicado en una de las conspiraciones de las comunidades [Historia del emperador Carlos V por Sandoval.], estableciéndose en Flandes con su familia : De este Pedro Laso, fué hijo Fernando Laso ; y de esta proscripcion del padre, resultaria el cambio de nombre en Roland de Latre como dice Delmotte ; porque las fechas de los puntos que relatamos, son casi iguales á las que se citan por este y otros autores, aunque no la época del na[p. 157]cimiento de Laso. Tales son los antecedentes en que fundamos nuestra opinion, concluyendo por asegurar que sin hacer violencia á la lógica, no puede decirse que Fernando de Laso pudo ser estrangero [Haremos mencion de las obras de este gran maestro en su biografia, en la cual confiamos poder dar mas noticias sobre su nacimiento.]. Segun Cerone este gran compositor era en estremo diferente de todos los de su época, pues escribió en todos los géneros de música, ya grave y devoto, ya dulce armonioso y suave, ora lloroso y triste, ora airoso y alegre, mas siempre en disposiciones muy apropiadas para poderlas concertar con cualquier género de instrumentos de cuerda ó viento.
Los maestros compositores y escritores de música españoles que florecieron hasta fines del siglo XVI y que mas se distinguieron por sus obras, cuyos nombres hemos podido encontrar, son los siguientes.
Fernando de las Infantas, natural de Córdoba, autor de gran número de escritos teológicos, y de dos obras musicales cuyos títulos son : Plura modelacionum genera quæ vulgo contrapuncta appellantur super, excelsos Gregoriano cantu, impresa en Venecía 1570 ; y, Sacrarum varici styli cantionum tituli spiritus sancti, Venecia 1580 [De este autor dice Cerone : « Quien quisiera saber muchas variedades y diferencias de contrapunto, y gastar el tiempo en ver cosas sabrosas de música y de que se puede sacar observaciones buenas y apropiadas para contrapuntar, vea los ciento contrapuntos de don Ferdinando de las Infantas, cordobés, adonde hallará y verá cosas escondidas á muchos cantores ; dignas de ser manifiestas á todos los contrapuntantes, mas no todas merecen ser imitadas de los buenos compositores. Con ser siempre un mesmo canto-llano lo que canta, guísalo de mil maneras y repítelo en mil lugares, refrescando siempre la memoria de ello. »]. — Felipe de Montes, el que segun Cerone escribió lindos y muy suaves pasos cromáticos, moles, lascivos y afeminados. — Juan Martinez, maestro de capilla de la catedral de Sevilla. [p. 158] Publicó en 1560 una obra de música nominada : Arte de canto-llano puesta y reducida nuevamente en su entera perfeccion segun la práctica. — Pedro de Loyola Guevara, dió á luz en Sevilla en 1582, un Arte para componer el canto-llano y para corregir y enmendar la canturia que esté compuesta fuera de arte quitando todas las opiniones y dificultades que hasta agora ha habido por falta de los que la compusieron. — Juan Matías Viana, inventor del bajo contínuo segun Iriarte y otros autores españoles, aunque Fetis asegura que este invénto se le debe á Viadana. — Felipe Fragmengo autor de un libro impreso en Venecia en 1584 titulado Madrigali á cinque voci. — Tomás Hurtado catedrático de teología de Alcalá, Salamanca, y Sevilla, escribió un tratado de música con el nombre de Chori ecclesiástici Antiquitati necesitate et fructibus. — Martin de Tapia, publicó en Osuna 1570, su Vergel de música espiritual especulativa y activa donde se tractan las artes del canto-llano y contrapunto en summa y en theoria. — Martin del Rio, estudió en la universidad de Salamanca tomando el grado de doctor en 1574. Publicó una obra titulada Disquisitiorum magicarum libri sex, en el cual trata De música mágica en el libro 1.° — Diego Jimenez escribió á fines del siglo XVI un libro nominado Lexicon Ecclesiástico. — Francisco Montanos, publicó en Valladolid 1592 su Arte de música theórica y práctica, en el que manifiesta haber sido 36 años maestro de capilla de la catedral de dicha ciudad. De este autor se publicó otro Arte de canto-llano en Salamanca 1610. Tanto Montanos como el maestro Juan Martinez fueron enemigos del sistema de Boecio y escribieron contra él, segun Cerone. — Cipriano Huerta, dió á luz en Alcalá de Henares 1559, una obra sobre los instrumentos músicos usados por los hebreos, segun Perez. — Ivo de Vento, entró al servicio del duque Guillermo de Babiera en [p. 159] la segunda mitad del siglo XVI y escribió un crecido número de canciones y motetes que fueron impresos en Munich (1). — Pedro Tapia y Antonio Torres, escritores romancistas ; y Gonzalo Martinez ilustrador de la música española, segun Cerone. — Nicasio Zurita, maestro de capilla de la catedral de Tarragona y autor de escelentes composiciones. — Rodrigo de Ceballos, maestro de capilla de la catedral de Córdoba desde mayo de 1557 hasta octubre de 1561, que le reemplazó Diego Jimenez hasta fin de junio de 1563 en que murió ; entrando á ocupar su plaza Andrés Villalar, la que tambien por fallecimiento, ocupó hasta 7 de enero de 1615 Gerónimo de la Cueva Duran. Todos estos maestros fueron escelentes compositores que ganaron sus plazas por rigurosas oposiciones. — Pedro Periañez, maestro de capilla de la catedral de Santiago de Galicia ; Francisco Cevallos, (hermano de Rodrigo maestro de Córdoba) de la catedral de Burgos ; Alonso Malaver, maestro de la iglesia mayor de Villafranca ; Sebastian Vivanco, maestro de la catedral de Salamanca ; Bartolomé Quevedo, Bernardino Ribera, Andrés de Torrentes, y Cristobal Peñalosa, maestros de la catedral de Toledo ; fueron tambien sobresalientes compositores. — Diego de Ortiz maestro de capilla del virrey de Nápoles en 1565 (2). — Tomás Santa [p. 160] Maria en 1565, dió á luz en Valladolid una obra titulada : Arte de tañer fantasía para tecla, viguela, y todos instrumentos de tres ó cuatro órdenes [En su Arte de tañer fantasía, dice hablando del becuadro y de el bemol, Fray Tomás de santa Maria : que, « cada uno de los ocho tonos, se forma y compone de ocho voces, que es un diapason : para cuyo cumplimiento y perfeccion es necesario pasar de una propiedad á otra, por cuanto cada propiedad en particular no tiene mas de seis voces naturales, que son, Ut, Re, Mi, Fa, Sol, La. Y porque dos de ellas son entre sí repugnantes y contradictorias ; la cual contradiccion que es solamente de becuadro á bemol, y de bemol á becuadro, de ninguna manera se sufre en ninguno de los ocho tonos. Por tanto fué necesario que para pasar de estas seis voces naturales, esta propiedad de natura fuese tan convenible que facilmente se pudiese acomodar á cualquiera de las otras dos contrarias para que cualquiera de los ocho tonos, con cumplimiento de todas sus ocho voces, se pueda cantar sin contradiccion de becuadro y bemol. Y asi la propiedad de natura, es medio y temperamento y concordia dellas ; y por esto es dicha, propio canto natural, sin la cual ningun tono, y con la cual todos los tonos pueden cumplir sus operaciones perfectas. »]. — Francisco Cervera, valenciano, en 1593 dió á luz en Alcalá su Declaracion del canto llano. Escribió y publicó otras varias obras de las cuales no se tiene noticia. — Domingo Durán, autor de dos tratados de canto-llano publicados en Toledo en 1590 bajo el título el primero, Luz bella del canto llano, y el segundo Comento sobre la luz bella. — Francisco Vaqueras, Cristóbal Lainez, Pedro Riomonte, Baltasar Ruiz, Cristóbal de Reina, Andrés Silva, Juan Pedro Huranco, José Sepulveda, Bernardo de Montanos, Buch, y Soto de la Puebla, publicaron varios tratados de música y de vihuela en la segunda mitad del siglo XVI y escribieron escelentes composiciones armónicas y melódicas, segun de lo que ellos hablan, Cerone y otros autores. — Bartolomé Figueroa, [p. 161] publicó un libro bajo el título de Templo militante, flori Sanctorum, y triunphos de las virtudes ; y en la segunda parte de este libro, inserta una cancion en elogio de la música, la cual está reproducida en el Parnaso español. — Luis Venegas de Hinestrosa dió á la estampa en Alcalá de Henares en 1557 un Tratado de cifra nueva para tecla, arpa y viguela, canto llano de órgano y contrapunto . —Tomás de Avila, en 1585 publicó en Roma una obra que tituló : Motecta festorum totius anni cum communi sanctorum quatuor, quinque, sex et octo vocibus. — Sebastian Raval, fué maestro de capilla del duque de Urbino virrey de Sicilia, y despues maestro de capilla de la catedral de Palermo. Las famosas contiendas y desafios artísticos de este maestro con Nanini, Soriano, y Falcone, lo hicieron mas célebre que sus obras, de las cuales no se conocen sino una coleccion de motetes impreso en Palermo en 1601 que lleva por título : Libro de Motteti á 3, 4, 5, 6, 8 voci. — Diego del Castillo, compositor de música y organista de la real capilla de S. M. publicó un tratado de música para órgano, y compuso varias obras de música de relevante mérito, conservándose en la biblioteca del Escorial dos motetes á cinco voces. — Pedro de Ureña, de quien ya hemos hecho mencion, inventor de la sétima nota de la escala, Si, y de un tratado de música.
[p. 172] […] Al paso que las diversiones teatrales iban conquistando prosélitos, la música profana adquiria mas animacion en la sociedad haciendo mas frecuentes los saraos y tertulias tan necesarias para la cultura de los pueblos, á pesar del tiro que les hacia el poder eclesiástico, ya en conversaciones particulares, ya en algunas obras dadas á la luz pública, y hasta en las cátedras del Espíritu Santo y de la penitencia. El mismo Cerone tan acérrimo enemigo de la música profana, ridiculiza el que en España se tuviese á la música por inventada solo para los eclesiásticos y reli[p. 173]giosos, y que esto fuera causa de que muchos caballeros no se dedicasen á su cultivo y estudio. [Melopeo pág. 150.]. […]
[p. 176] […] Enriquecida nuestra música profana no solo con las flautas, violines, violones, y violazas, segun Cerone, á mas de los instrumentos de tecla ya conocidos y de las arpas, laúdes, y guitarras, sino de la variedad y fluidez de la poesía ; á últimos del reinado de Felipe II quisieron algunos nobles caballeros fomentar este género creando academias científicas, entre las cuales merecen ser mencionadas, las tenidas en casa del Caballero de Gracia Modenes, y las de don Juan de Borja mayordomo mayor de S. M. C. la emperatriz doña Maria de Austria, hermana de Felipe II, en las que se reunian los mas sobresalientes profesores de aquella época, y las personas de mas alta distincion en la corte. […]